Moisés vive en una casa rodante, que es su morada y cárcel desde hace 37 años. Moisés habita una silla de ruedas. No tiene casa, ni brazos que le esperen detrás de alguna puerta de la ciudad.
Pasa los días y las noches en la plaza de la Iglesia de la Exaltación, en Obrajes, donde cuida autos para subsistir; apenas le alcanza para su almuerzo y sus pañales. Lo descubrí una noche, mientras uno de los guardias de seguridad que trabaja por el lugar lo envolvía con hule, cual si de una momia sintética se tratase. “Es para que no le haga frío”, explicó. Pero el frío se está..., siempre. Y el cuerpo de Moisés detesta el frío, en especial cuando llega impregnado del gélido periodo invernal.
“La noche es jodido, pero más jodido es el frío; bien jodido es el frío”, repite Moisés. Y le creo. Lo visito de cuando en cuando, al anochecer. Y sólo basta estar unos minutos allí para sentir mis huesos tiritar. Y entonces escapo. Pero Moisés no tiene donde huír, donde refugiar su maltrecho universo. Siempre termina solo en esa plaza: Él, la silla que habita y los fantasmas que pueblan el lugar.
Me gusta conversar con Moisés… Bueno, en realidad yo hablo; él escucha. No sé por qué, pero se me ha dado por narrarle mi vida. Y por más aburrida que ésta sea, a él le parece interesante. Debo confesar que mi objetivo es egoísta: confortar mi alma, salir de allí con la certeza de que hay historias exponencialmente más jodidas que la mía, y así quemar las naves de tristeza. Pero no funciona. Y es que de los labios de Moisés no salen reproches a su destino: no reniega de la polio que le condenó desde su niñez a vivir en una silla de ruedas; no protesta por el estrabismo que lo tiene casi ciego. Moisés no putea, sonríe. Y yo digo, “¡que mierda!”. No importa cuánto intente escarbar en sus rabias, siempre sale campante con un “Así es la vida, vivir nomás es. ¿O tú qué dices, Javier?”, suelta, pasandome la rabiosa pelota. Y yo me quedo en silencio y termino respondiéndole: "Sí, pues... vivir nomás es, Moisés".
P.D. A los que quieran ayudar a Moisés, sólo deben pasar por la plaza de la Iglesia de Obrajes a cualquier hora. Necesita pañales para adulto y, obvio, frazadas.
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