miércoles, diciembre 14

LA NAVIDAD ME DA ALERGIA

Me estoy preparando mentalmente para pasar la primera Navidad sin mis peques. Para mí, esta no es una fecha especial ni mucho menos. Ni el festejo del natalicio del tal Jesús ni el promiscuo meneo comercial del gordo de barba blanca me apasionan; es más, la época navideña me despierta alergias. Aureolas rojizas han poblado mi cuerpo este año y ahora ando como leproso por la vida. Será, pues,  porque estas fechas exprimen hasta la médula nuestras miserias humanas: la pobreza y la hipocresía, por ejemplo. Miserias que se pegan a la piel al andar por las calles iluminadas de foquitos multicolores que invitan desde las vitrinas al derroche.
Siempre fueron mis wawas las que, con su excitación por todo aquello que rodea a la Navidad, contenían mis sentimientos e incluso los transformaban.
Por un tiempo, por ejemplo, llegué  a encontrar reconfortante comprar para otros e imaginar su felicidad, reforzar los lazos que me unen a los "otros". Pero creo que entendí que estar dispuesto a gastar dinero para conseguir un hipotético beneficio exige nomás un acto premeditado demasiado descarado.
Con todo, ahora una revista Gatopardo, una cajetilla de Derby anaranjado; dos Chiquichoc y un pan dulce me ayudarán a sobrellevar este 24.

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