jueves, enero 17

MONDACA DA ACCESO LIBRE PARA VER "LA CHIROLA"




Se trata de uno de los documentales bolivianos que más premios ha recibido en los últimos años. Aplaudida desde Uruguay hasta Corea del Sur, ahora La Chirola (2008), ópera prima del director orureño Diego Mondaca, puede apreciarse de forma gratuita y sin restricciones a través de la web (para verla en mayor tamaño: https://vimeo.com/9237984). El documental dura 26 minutos, más que suficiente para reconocer el talento de Mondaca. Talento en el manejo del arte documental que se amplifica en Ciudadela, estrenada recientemente. La pieza es un viaje al corazón del penal paceño de San Pedro, "una suerte de maqueta de La Paz, un reflejo de nuestra sociedad" (crítica de Rubén Vargas, en Tendencias). 
Desde el perfil en Facebook de la productora de Mondaca, Manosudaca, se explica que la decisión de compartir de forma libre con los cibernautas La Chirola responde al deseo de que más gente conozca la vida del protagonista del documental: Pedro Cajías de la Vega. Y esa es una invitación a la que me sumo posteando la cinta.
Te invito, asimismo, a conocer a Diego Mondaca a través de este artículo que escribí sobre él y su obra, La Chirola, el año 2009.



Mondaca revive el arte documental boliviano
Mondaca, retratado por Los Tiempos

A sus 29 años, el cineasta orureño Diego Mondaca tiene mucho que celebrar. Su ópera prima, el corto documental La chirola, ha cosechado en un año premios y menciones en festivales de España, Brasil, Holanda y Argentina. En agosto, esta pieza audiovisual será exhibida en la Cinemateca, “dependiendo de la disponibilidad de las salas”, apuntó Mondaca desde Alemania, donde culmina un posgrado en el género documental.
“Es una ironía y una vergüenza lo difícil que resulta acomodar una película boliviana en una sala (de cine) boliviana. Hay que competir con las cintas taquilleras de Hollywood, sin importar si tu trabajo ha sido reconocido en otros países”, lamentó.

Mondaca terminó en julio del 2008 sus estudios en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, en Cuba. El cineasta, que se especializó en el trabajo documental y que decidió efectuar su trabajo de tesis en Bolivia (La chirola), recuerda que fue una entrevista la que le motivó a acercarse al lenguaje audiovisual.
“A los 24 años realicé una entrevista al director Jorge Sanjinés (La nación clandestina) para la revista española Rebelión. Él me traspasó la pasión por el cine y a partir de allí supe que lo mío era la cinematografía. Entablamos una gran amistad, empecé a trabajar con él y desde entonces transito el mismo sueño”.
Su primer intento en el mundo audiovisual lo realizó entonces junto a la Escuela de Cine y Artes Audiovisuales (ECA), con la filmación de Cambio de guardia. “Era un documental que estaba contado a partir de la plaza Murillo, marcada por acontecimientos históricos y sangrientos”. El sueño de Mondaca le llevó, tras tres años de estudio en Cuba y la producción académica de siete cortometrajes, hasta México, donde trabajó con destacados realizadores como Alberto Cortés (Corazón del tiempo).

Bolivia, retratada desde afuera
“El cine boliviano no es muy visto ni conocido afuera. No estamos presentes en los festivales, en especial en el género de los documentales. Sin embargo, paradójicamente, existen documentales sobre Bolivia, pero realizados por extranjeros. Hasta ahora se sorprenden cuando me presento en los festivales como documentalista boliviano. Se extrañan, porque no es muy usual”.
Mondaca es crítico ante el escaso apoyo estatal a los directores nacionales. “Ya es difícil producir audiovisuales, pero si no hay instituciones que te apoyen la cosa es aún más crítica. Otra falencia radica en que, si bien tenemos gente preparada, ellos no están produciendo”.
“Un problema con el género documental es que en Bolivia se lo entiende más como una cuestión institucional. Una empresa te contrata para hacer un documental que tiene por objeto visibilizar su trabajo empresarial. En el país no se hace documentales narrativos, piezas que apunten a generar espacios de reflexión sobre su realidad”.

A pesar de las dificultades, Mondaca y su equipo han logrado plasmar sus proyectos y han conseguido captar apoyo para continuar produciendo productos audiovisuales. “Volveré a Bolivia en agosto, para comenzar la filmación de un largometraje en documental gracias a los fondos que ganamos en el Festival Internacional de Cine de Amsterdam (Holanda), uno de los eventos más prestigiosos en este género”.
“Quiero trabajar en Bolivia, retratar nuestra sociedad. Me interesa utilizar el cine no simplemente como un medio de entretenimiento, sino como un medio para manifestar cuestionamientos a lo que somos”. Ese objetivo ha sido plasmado en La chirola, donde el cineasta buscó devolver el rostro humano a los privados de libertad, a través de la historia de un ex convicto, Pedro Cajías.
El documental recibió este mes el Primer Premio y el Premio del Público en la categoría de Cortometraje en el Festival Internacional de Documentales de Madrid. En Argentina logró el Premio al Mejor Film de Derechos Humanos en el Festival de Cine de Rosario. A estos galardones se suman premios otorgados en festivales realizados en Brasil, Europa y por la Unesco este año. “Estamos luchando por proyectar al público boliviano el filme hasta agosto. Hay que negociar con las salas para lograr un espacio en medio de las taquilleras de Hollywood”, señaló.
Una mirada crítica y poética
“Un film poderoso y poético”. Así calificó el jurado del Full Frame Documentary Film Festival de Durham (EEUU-2009) el documental La chirola.
Este trabajo se centra en la historia de Pedro Cajías de la Vega, ex guerrillero que pasó varios años recluido en la cárcel de San Pedro, en La Paz. Cajías interpretándose a sí mismo, es el único personaje del film en el que derrocha recuerdos sobre la pérdida de la libertad.
“Yo realizaba talleres en la cárcel y comencé a observar una serie de formas de vida que se desarrollan adentro. Identifiqué que afuera de esos muros se tejen prejuicios sobre los presos, dominados por el miedo. Entendí que se los juzgaba a partir del delito, descartando así su derecho de seres humanos”, explica el realizador orureño.
“Luego conocí a Pedro a través de unos amigos y con sus experiencias vividas en la cárcel fuimos construyendo el documental. Al final, en el corto narramos la situación de los presos a través de la historia de Cajías”.
El proceso de investigación tomó cuatro meses, la filmación se desarrolló en La Paz en dos semanas. Finalmente, el trabajo de posproducción se realizó en dos meses. “Espero que con este documental nos demos cuenta que nuestra sociedad tiene esquemas de prejuicios que también nos van encarcelando”, concluye.
Publicado en Tendencias, de La Razón

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