Célio Turino, en una imagen bajada de internet. |
Cultura somos todxs. Todxs somos
cultura. Somos cultura todxs. No importa cómo acomodes estas tres palabras, el
significado siempre será el mismo: las artes y las culturas no son propiedad exclusiva
de nadie. No requieres haber pasado por un aula universitaria o una escuela de
bellas artes para hacer (ser) cultura. No necesitas un cartoncito con sello
coqueto ni el reconocimiento del circuito de arte de tu ciudad para que te
reconozcas como un animal cultural. Desde la chola que vende anticuchos en la
noche paceña, pasando por los bailarines de Gran Poder hasta el campesino que atesora
en su oficio la esencia de la agricultura ancestral… Son haceres y saberes que
fluyen y construyen el ajayu de tu territorio. Sin nosotros las ciudades serían
la nada.
Todxs. Cultura. Somos.
Suena simple, demasiado simple y hasta cliché. Pero el brasileño Célio Turino ha demostrado el poder transformador que habita en la conjunción de estas tres palabras. Y lo hizo basándose en un concepto matemático lanzado por el griego Arquímedes: “Dame un punto de apoyo y una palanca y te moveré el mundo”. Y Turino, con sus Puntos de Cultura, ha comenzado a mover el mundo.
La llegada de Lula al gobierno brasileño
inspiró al pueblo brasileño. Impulsados más por lo simbólico que por lo
partidario, la gente se vio reconocida en ese líder que había salido del regazo
de la pobreza y que ahora se había comprometido a (re)construir Brasil de abajo
hacia arriba. Si Lula logró o no ese
objetivo es harina de otro costal. Pero el hecho concreto es que se dio de
forma espontánea un fenómeno de empoderamiento de las clases excluidas de
Brasil. Y en ello aportaron algunas políticas impulsadas desde entidades
estatales.
A comienzos del 2000, el ministro de culturas de Brasil, Gilberto Gil, encargó a Célio Turino idear un sistema que permitiera la democratización de la cultura hacia los rincones olvidados de ese país. ¡Vaya tarea! Potenciar (devolver) el protagonismo cultural de provincias alejadas del eje cultural del Brasil (Río de Janeiro-Sao Paulo) era una tarea titánica que el 2004 se hizo carne con Cultura Viva “Puntos de Cultura”. Revolucionario, este programa descentraliza fondos estatales hacia emprendimientos artístico-culturales comunitarios para su administración autónoma y sin intermediación de nadie. Es decir, platita directa al ciudadano (sin la intromisión de municipios ni gobernaciones) para desarrollar artes y culturas de transformación social en su terruño sin el condicionamiento de “en qué” invertir los fondos. No se trata de grandes presupuestos, sino de lo necesario para impulsar pequeñas acciones de impacto más bien local.
Cada Punto de Cultura decide cómo gastar los recursos basado en las experiencias, las utopías y la historia de su espacio de acción. Pronto comunidades indígenas comenzaron a producir audiovisuales, colectivos comunitarios armaron festivales artísticos en poblaciones donde nunca se habían desarrollado eventos de gran envergadura, jóvenes perdidos en la droga comenzaron a empaparse del software libre para dar vida a nuevas aplicaciones web… En fin, toda una explosión cultural impulsada desde lo local que ha provocado un nuevo relacionamiento (mucho más horizontal) entre Estado y ciudadanía. Y todo desde la cultura. Cultura no como producto, ni guiado bajo parámetros de modernidad, sino como proceso.
Exitosa, esta propuesta está siendo adoptada en varios países del continente. Sin embargo, en la cuna de Cultura Viva “Puntos de Cultura”, Brasil, este programa corre riesgo de desvanecerse. Las lógicas centralistas y burocráticas, el miedo ante el empoderamiento de la ciudadanía sin el control del Estado, ponen en riesgo los más de 3.000 Puntos de Cultura que se alzan en el coloso de América.
En seis años unos 200 millones de
dólares han sido distribuidos de forma directa a los Puntos de Cultura (unos 20
mil bolivianos entregados por mes a cada punto para su administración autónoma
y consensuada entre los actores sociales). Esos recursos ahora buscan ser
disminuidos para reencausarlos e impulsar otros programas del gobierno
brasileño.
Sobre estos temas gira esta
charla con el ideólogo de Puntos de Cultura, Célio Turino, que llegó a La Paz
para participar, del 17 al 22 de mayo, en el 1er Congreso Latinoamericano de
Cultura Viva Comunitaria.
¿Qué sensaciones le despierta La Paz?
Es la segunda vez que vengo a
esta ciudad. Yo he recorrido el mundo y puedo decir que La Paz es una de las
ciudades más singulares. Cuando uno viaja por el mundo se encuentra con
ciudades similares, restaurantes similares, paisajes similares. Pero La Paz
tiene su propia personalidad, especialmente cultural.
¿Qué es cultura?
Cultura es todo lo que el hombre
hace, desde la expresión simbólica hasta los valores; sus comportamientos y su
manera de ser y también es economía. La economía absorbió todo, especialmente
nuestra forma de pensar. Sin embargo, lo que percibo aquí es que en este
corazón de los Andes se está construyendo una nueva forma de pensar que ve la
economía como el resultado de la cultura y no la cultura como resultado de la
economía. Esta es la mayor contribución que se puede dar al mundo desde
Bolivia.
Suena muy idealista. Pero en términos concretos, ¿cómo puede pensar la
economía desde la cultura?
La economía tiene tanta fuerza
que determina la construcción de valores que los intereses económicos han naturalizado,
como la idea de la competitividad, del no compartir. Es a partir de la cultura
que se puede desmontar esos valores. Demostrando, por ejemplo, que la producción
del conocimiento, cuando es compartida, se desarrolla más. Tomemos la
producción del maíz. La primera vez que vine a los Andes descubrí con sorpresa
maíz de todos los matices y tamaños. En mi país, donde anualmente producimos
miles de tonelada de maíz, solo existe una forma de maíz. Y esa variedad de los
Andes es el resultado de la colaboración, de un conocimiento de miles de años
que produjeron una forma de convivencia, un mundo de la abundancia muy
especial.
La economía, tal cual está
planteada hoy, está llevando al mundo a la destrucción. Por eso es necesario
pensar la economía desde la cultura.
Cuándo se habla de cultura se la suele asociar siempre a las bellas
artes
Eso surgió a partir de la idea de
colonización. Cultura fue apropiada por el concepto de civilización definida
bajo un único padrón: el europeo. Las bellas artes son magníficas. Muchas de
las grandes creaciones de la humanidad surgieron de maestros como Da Vinci,
Beethoven y otros. Pero esa es solo una parte de cultura. Hay otras que surgen
de la historia, las utopías y las experiencias de las comunidades. Cultura se
expresa de diversas formas de conocimiento y es eso lo que proponemos potenciar
desde Cultura Viva, a partir de la ruptura de la hegemonía en la producción y
en la captación de recursos estatales para cultura.
Con Puntos de Cultura, con una
propuesta de entregar el presupuesto directamente a la gente que hace cultura,
financiamos los flujos, no la estructura. Porque cultura es flujo, es vida no
es una edificación muerta. Puntos de Cultura como idea fue significativa, pero con
un impacto no tan grande en comparación con el tamaño de Brasil. La gran
mayoría de los recursos siguen concentrados en la industria del
entretenimiento. Se trata de una industria cultural que transforma todo y a
todos en cosas, en mercancía, en productos estandarizados; sin contexto, sin
procesos y como simples productos acabados. Como las obras de Broadway que se
presentan al mismo tiempo en 40 ciudades del mundo, pero que desnudan la falta
de producción propia en esas ciudades.
Pero ¿no son los artistas cómplices de esta “estandarización” de la cultura?
Sí, pero ese sería tema de otro
tipo de debate. Ahora, ¿cómo se inició la producción simbólica de la humanidad?
Fue en las cavernas que los hombres -después de cazar y alimentarse- hacían sus
pinturas durante su tiempo libre. Así se constituyó la producción artística,
siempre independiente de quién administraba los recursos o de las
organizaciones religiosas o políticas. Pero pronto se estableció una relación
de dependencia. Goya, por ejemplo, tiene obras maravillosas en su fase negra:
la denuncia de la inquisición o la ocupación napoleónica. Lo hacía fuera de su
actividad formal que como artista era el de servir a los obispos y a los reyes
que provocaban todo aquello que a él detestaba. Esta es una contradicción, pero
implicaba también su sobrevivencia. Igual pasa hoy en día. Algunos artistas logran
salir por completo de esta lógica, pero son tratados de locos porque no siguen
esas tendencias impuestas por el mercado.
Es por eso que debemos construir
procesos de presupuesto público que garanticen el quehacer cultural autónomo e
independiente. Y esa es la esencia de Cultura Viva Puntos de Cultura: reconocer
los flujos, las personas que hacen culturas, los grupos comunitarios y los
artistas independientes para darles lo necesario en recursos para que hagan su
trabajo.
¿Por qué se eligió Bolivia como sede del 1er Congreso de Cultura Viva
Comunitaria?
No veo otro país para hacer un
congreso de Cultura Viva que Bolivia. Tenía que ser aquí. Es el corazón
geográfico de la América del Sur. Pero más aún, en Bolivia se está construyendo
un pensamiento independiente. Desde los conceptos de pachamama, del “vivir bien”,
de la descolonización del cuerpo. Todos son conceptos producidos en Bolivia,
pero no en las aulas de la universidad sino por la gente y en base a una
tradición milenaria que recién ahora las universidades empiezan a percibir. Y
ese es el gran mensaje que nosotros debemos reproducir al mundo.
Pensamos la
cultura y la vida en sociedad como un proceso que se construye a partir de la
potencia de la gente. Todavía la historia de la humanidad la entendemos desde
el pensamiento europeo, siempre desde la carencia, de la dependencia; diciendo
que la gente no puede, que la gente es floja, que es dependiente. Hay que creer
en la gente. Saber que la genialidad está en percibir lo obvio. Todavía desde los
gobiernos se imagina que la genialidad está en transformar lo obvio en algo
complejo. Hay que quebrar la complejidad. La vida ya de por sí es demasiado compleja,
debemos hacer una limpieza del pensamiento y del cuerpo.
¿La descentralización directa de recursos
hacia los Puntos de Cultura no fomenta temas de corrupción?
Acompañé seis
años la implementación del programa, con un flujo de 70 millones de dólares al
año. Poco para un país del tamaño de Brasil. Prácticamente los casos de desvíos
y corrupción fueron muy pocos. Esto porque cada Punto de Cultura recibía unos
$us 2.500 al mes. Entonces no se estimula a los corruptos, mucho trabajo para
tan poco dinero. Además que los recursos son entregados a iniciativas ya
existentes, gente que de forma voluntaria ya trabajaba en cultura y que tiene
consolidado mecanismos de control como las comunidades indígenas o las favelas.
Es importante
la confianza en la gente. Es la base en la construcción de un nuevo Estado, de
abajo hacia arriba. La identidad es esencial, un pueblo sin identidad no puede
construir su propia narrativa, Ahora hay que buscar la alteridad, capacidad de
percibirse en el otro. La combinación de identidad y alteridad resulta en una
solidaridad efectiva, una gran necesidad en el mundo de hoy. Yo creo que una de
las grandes plagas del mundo actual es el fundamentalismo, las verdades
cerradas.
Con nueve años, ¿se ha consolidado Puntos
de Cultura como política cultural en Brasil?
Hay una
reducción de prioridad. El Gobierno de Brasil ahora tiene como idea impulsar la
inclusión social. Pero todavía es una inclusión disociada de una inversión en
educación y cultura, una inclusión social percibida a partir del consumo y del
endeudamiento de los pobres. No perciben que la etapa más necesaria debería ser
la etapa de la emancipación. La lógica de Cultura Viva es precisamente el de la
emancipación.
¿Está en riesgo el programa Puntos de Cultura?
Un poco. El
Gobierno dice que hay 3.700 puntos, pero en lo efectivo son pocas centenas. Sin
embargo hay una gran resistencia. Han llegado 200 personas de Brasil para ser
parte del congreso en La Paz, entre ellos autoridades estatales. Yo espero que este
encuentro en Bolivia ayude a que el gobierno de Brasil perciba que es necesario
reconocer que Cultura Viva es un buen camino, el camino de la emancipación. El
gobernante piensa que su fuerza está en la flaqueza de su pueblo, pero la
fuerza de un gobierno está en la fuerza de su gente.
Desde siempre
la lógica del Estado es la lógica del control. Más ¿cómo se puede medir el
éxito de los Puntos de Cultura? Cuando el Estado pierde el control, cuando el
control es de toda la gente. No es de uno controlando a la gente, más bien la
gente controlándose.
¿Cómo sueña América Latina?
Con muchos
puntos en común. ¿Acaso el Che Guevara no pensaba en distintos focos de
guerrilla para libertar América Latina? Entonces, ¿por qué en este Siglo XXI no
hacemos nuestra propia guerrilla cultural simbólica?, con muchos focos que son
los Puntos de Cultura para pensar nosotros por nosotros mismos.
Me parece fantástica la forma como se narra la nota, felicidades a Javier, creo que de manera muy profesional nos acerca el pensamiento de Celio Turino y nos alimenta sutilmente la concepción de cultura viva comunitaria.
ResponderEliminarMe parece fantástica la forma como se narra la nota, felicidades a Javier, creo que de manera muy profesional nos acerca el pensamiento de Celio Turino y nos alimenta sutilmente la concepción de cultura viva comunitaria.
ResponderEliminarMe parece fantástica la forma como se narra la nota, felicidades a Javier, creo que de manera muy profesional nos acerca el pensamiento de Celio Turino y nos alimenta sutilmente la concepción de cultura viva comunitaria.
ResponderEliminarGracias Nils, un abrazo hasta la chura tierra.
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