lunes, mayo 13

LA HORA DE LAS GUERRILLAS CULTURALES

Célio Turino, en una imagen bajada de internet.

Cultura somos todxs. Todxs somos cultura. Somos cultura todxs. No importa cómo acomodes estas tres palabras, el significado siempre será el mismo: las artes y las culturas no son propiedad exclusiva de nadie. No requieres haber pasado por un aula universitaria o una escuela de bellas artes para hacer (ser) cultura. No necesitas un cartoncito con sello coqueto ni el reconocimiento del circuito de arte de tu ciudad para que te reconozcas como un animal cultural. Desde la chola que vende anticuchos en la noche paceña, pasando por los bailarines de Gran Poder hasta el campesino que atesora en su oficio la esencia de la agricultura ancestral… Son haceres y saberes que fluyen y construyen el ajayu de tu territorio. Sin nosotros las ciudades serían la nada.

Todxs. Cultura. Somos.

Suena simple, demasiado simple y hasta cliché. Pero el brasileño Célio Turino ha demostrado el poder transformador que habita en la conjunción de estas tres palabras. Y lo hizo basándose en un concepto matemático lanzado por el griego Arquímedes: “Dame un punto de apoyo y una palanca y te moveré el mundo”. Y Turino, con sus Puntos de Cultura, ha comenzado a mover el mundo.

La llegada de Lula al gobierno brasileño inspiró al pueblo brasileño. Impulsados más por lo simbólico que por lo partidario, la gente se vio reconocida en ese líder que había salido del regazo de la pobreza y que ahora se había comprometido a (re)construir Brasil de abajo hacia arriba.  Si Lula logró o no ese objetivo es harina de otro costal. Pero el hecho concreto es que se dio de forma espontánea un fenómeno de empoderamiento de las clases excluidas de Brasil. Y en ello aportaron algunas políticas impulsadas desde entidades estatales.

A comienzos del 2000, el ministro de culturas de Brasil, Gilberto Gil, encargó a Célio Turino idear un sistema que permitiera la democratización de la cultura hacia los rincones olvidados de ese país. ¡Vaya tarea! Potenciar (devolver) el protagonismo cultural  de provincias alejadas del eje cultural del Brasil (Río de Janeiro-Sao Paulo) era una tarea titánica que el 2004 se hizo carne con Cultura Viva “Puntos de Cultura”. Revolucionario, este programa descentraliza fondos estatales hacia emprendimientos artístico-culturales comunitarios para su administración autónoma y sin intermediación de nadie. Es decir, platita directa al ciudadano (sin la intromisión de municipios ni gobernaciones) para desarrollar artes y culturas de transformación social en su terruño sin el condicionamiento de “en qué” invertir los fondos. No se trata de grandes presupuestos, sino de lo necesario para impulsar pequeñas acciones de impacto más bien local.

Cada Punto de Cultura decide cómo gastar los recursos basado en las experiencias, las utopías y la historia de su espacio de acción. Pronto comunidades indígenas comenzaron a producir audiovisuales, colectivos comunitarios armaron festivales artísticos en poblaciones donde nunca se habían desarrollado eventos de gran envergadura, jóvenes perdidos en la droga comenzaron a empaparse del software libre para dar vida a nuevas aplicaciones web… En fin, toda una explosión cultural impulsada desde lo local que ha provocado un nuevo relacionamiento (mucho más horizontal) entre Estado y ciudadanía. Y todo desde la cultura. Cultura no como producto, ni guiado bajo parámetros de modernidad, sino como proceso.

Exitosa, esta propuesta está siendo adoptada en varios países del continente. Sin embargo, en la cuna de Cultura Viva “Puntos de Cultura”, Brasil, este programa corre riesgo de desvanecerse. Las lógicas centralistas y burocráticas, el miedo ante el empoderamiento de la ciudadanía sin el control del Estado, ponen en riesgo los más de 3.000 Puntos de Cultura que se alzan en el coloso de América.
En seis años unos 200 millones de dólares han sido distribuidos de forma directa a los Puntos de Cultura (unos 20 mil bolivianos entregados por mes a cada punto para su administración autónoma y consensuada entre los actores sociales). Esos recursos ahora buscan ser disminuidos para reencausarlos e impulsar otros programas del gobierno brasileño.
Sobre estos temas gira esta charla con el ideólogo de Puntos de Cultura, Célio Turino, que llegó a La Paz para participar, del 17 al 22 de mayo, en el 1er Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria.

¿Qué sensaciones le despierta La Paz?
Es la segunda vez que vengo a esta ciudad. Yo he recorrido el mundo y puedo decir que La Paz es una de las ciudades más singulares. Cuando uno viaja por el mundo se encuentra con ciudades similares, restaurantes similares, paisajes similares. Pero La Paz tiene su propia personalidad, especialmente cultural.

¿Qué es cultura?
Cultura es todo lo que el hombre hace, desde la expresión simbólica hasta los valores; sus comportamientos y su manera de ser y también es economía. La economía absorbió todo, especialmente nuestra forma de pensar. Sin embargo, lo que percibo aquí es que en este corazón de los Andes se está construyendo una nueva forma de pensar que ve la economía como el resultado de la cultura y no la cultura como resultado de la economía. Esta es la mayor contribución que se puede dar al mundo desde Bolivia.

Suena muy idealista. Pero en términos concretos, ¿cómo puede pensar la economía desde la cultura?
La economía tiene tanta fuerza que determina la construcción de valores que los intereses económicos han naturalizado, como la idea de la competitividad, del no compartir. Es a partir de la cultura que se puede desmontar esos valores. Demostrando, por ejemplo, que la producción del conocimiento, cuando es compartida, se desarrolla más. Tomemos la producción del maíz. La primera vez que vine a los Andes descubrí con sorpresa maíz de todos los matices y tamaños. En mi país, donde anualmente producimos miles de tonelada de maíz, solo existe una forma de maíz. Y esa variedad de los Andes es el resultado de la colaboración, de un conocimiento de miles de años que produjeron una forma de convivencia, un mundo de la abundancia muy especial.
La economía, tal cual está planteada hoy, está llevando al mundo a la destrucción. Por eso es necesario pensar la economía desde la cultura.
  
Cuándo se habla de cultura se la suele asociar siempre a las bellas artes
Eso surgió a partir de la idea de colonización. Cultura fue apropiada por el concepto de civilización definida bajo un único padrón: el europeo. Las bellas artes son magníficas. Muchas de las grandes creaciones de la humanidad surgieron de maestros como Da Vinci, Beethoven y otros. Pero esa es solo una parte de cultura. Hay otras que surgen de la historia, las utopías y las experiencias de las comunidades. Cultura se expresa de diversas formas de conocimiento y es eso lo que proponemos potenciar desde Cultura Viva, a partir de la ruptura de la hegemonía en la producción y en la captación de recursos estatales para cultura.
Con Puntos de Cultura, con una propuesta de entregar el presupuesto directamente a la gente que hace cultura, financiamos los flujos, no la estructura. Porque cultura es flujo, es vida no es una edificación muerta. Puntos de Cultura como idea fue significativa, pero con un impacto no tan grande en comparación con el tamaño de Brasil. La gran mayoría de los recursos siguen concentrados en la industria del entretenimiento. Se trata de una industria cultural que transforma todo y a todos en cosas, en mercancía, en productos estandarizados; sin contexto, sin procesos y como simples productos acabados. Como las obras de Broadway que se presentan al mismo tiempo en 40 ciudades del mundo, pero que desnudan la falta de producción propia en esas ciudades.

Pero ¿no son los artistas cómplices de esta “estandarización” de la cultura?
Sí, pero ese sería tema de otro tipo de debate. Ahora, ¿cómo se inició la producción simbólica de la humanidad? Fue en las cavernas que los hombres -después de cazar y alimentarse- hacían sus pinturas durante su tiempo libre. Así se constituyó la producción artística, siempre independiente de quién administraba los recursos o de las organizaciones religiosas o políticas. Pero pronto se estableció una relación de dependencia. Goya, por ejemplo, tiene obras maravillosas en su fase negra: la denuncia de la inquisición o la ocupación napoleónica. Lo hacía fuera de su actividad formal que como artista era el de servir a los obispos y a los reyes que provocaban todo aquello que a él detestaba. Esta es una contradicción, pero implicaba también su sobrevivencia. Igual pasa hoy en día. Algunos artistas logran salir por completo de esta lógica, pero son tratados de locos porque no siguen esas tendencias impuestas por el mercado.
Es por eso que debemos construir procesos de presupuesto público que garanticen el quehacer cultural autónomo e independiente. Y esa es la esencia de Cultura Viva Puntos de Cultura: reconocer los flujos, las personas que hacen culturas, los grupos comunitarios y los artistas independientes para darles lo necesario en recursos para que hagan su trabajo.

¿Por qué se eligió Bolivia como sede del 1er Congreso de Cultura Viva Comunitaria?
No veo otro país para hacer un congreso de Cultura Viva que Bolivia. Tenía que ser aquí. Es el corazón geográfico de la América del Sur. Pero más aún, en Bolivia se está construyendo un pensamiento independiente. Desde los conceptos de pachamama, del “vivir bien”, de la descolonización del cuerpo. Todos son conceptos producidos en Bolivia, pero no en las aulas de la universidad sino por la gente y en base a una tradición milenaria que recién ahora las universidades empiezan a percibir. Y ese es el gran mensaje que nosotros debemos reproducir al mundo.
Pensamos la cultura y la vida en sociedad como un proceso que se construye a partir de la potencia de la gente. Todavía la historia de la humanidad la entendemos desde el pensamiento europeo, siempre desde la carencia, de la dependencia; diciendo que la gente no puede, que la gente es floja, que es dependiente. Hay que creer en la gente. Saber que la genialidad está en percibir lo obvio. Todavía desde los gobiernos se imagina que la genialidad está en transformar lo obvio en algo complejo. Hay que quebrar la complejidad. La vida ya de por sí es demasiado compleja, debemos hacer una limpieza del pensamiento y del cuerpo.

¿La descentralización directa de recursos hacia los Puntos de Cultura no fomenta temas de corrupción?
Acompañé seis años la implementación del programa, con un flujo de 70 millones de dólares al año. Poco para un país del tamaño de Brasil. Prácticamente los casos de desvíos y corrupción fueron muy pocos. Esto porque cada Punto de Cultura recibía unos $us 2.500 al mes. Entonces no se estimula a los corruptos, mucho trabajo para tan poco dinero. Además que los recursos son entregados a iniciativas ya existentes, gente que de forma voluntaria ya trabajaba en cultura y que tiene consolidado mecanismos de control como las comunidades indígenas o las favelas.
Es importante la confianza en la gente. Es la base en la construcción de un nuevo Estado, de abajo hacia arriba. La identidad es esencial, un pueblo sin identidad no puede construir su propia narrativa, Ahora hay que buscar la alteridad, capacidad de percibirse en el otro. La combinación de identidad y alteridad resulta en una solidaridad efectiva, una gran necesidad en el mundo de hoy. Yo creo que una de las grandes plagas del mundo actual es el fundamentalismo, las verdades cerradas.



Con nueve años, ¿se ha consolidado Puntos de Cultura como política cultural en Brasil?
Hay una reducción de prioridad. El Gobierno de Brasil ahora tiene como idea impulsar la inclusión social. Pero todavía es una inclusión disociada de una inversión en educación y cultura, una inclusión social percibida a partir del consumo y del endeudamiento de los pobres. No perciben que la etapa más necesaria debería ser la etapa de la emancipación. La lógica de Cultura Viva es precisamente el de la emancipación.

¿Está en riesgo el programa Puntos de Cultura?
Un poco. El Gobierno dice que hay 3.700 puntos, pero en lo efectivo son pocas centenas. Sin embargo hay una gran resistencia. Han llegado 200 personas de Brasil para ser parte del congreso en La Paz, entre ellos autoridades estatales. Yo espero que este encuentro en Bolivia ayude a que el gobierno de Brasil perciba que es necesario reconocer que Cultura Viva es un buen camino, el camino de la emancipación. El gobernante piensa que su fuerza está en la flaqueza de su pueblo, pero la fuerza de un gobierno está en la fuerza de su gente.
Desde siempre la lógica del Estado es la lógica del control. Más ¿cómo se puede medir el éxito de los Puntos de Cultura? Cuando el Estado pierde el control, cuando el control es de toda la gente. No es de uno controlando a la gente, más bien la gente controlándose.

¿Cómo sueña América Latina?
Con muchos puntos en común. ¿Acaso el Che Guevara no pensaba en distintos focos de guerrilla para libertar América Latina? Entonces, ¿por qué en este Siglo XXI no hacemos nuestra propia guerrilla cultural simbólica?, con muchos focos que son los Puntos de Cultura para pensar nosotros por nosotros mismos.

4 comentarios:

  1. Me parece fantástica la forma como se narra la nota, felicidades a Javier, creo que de manera muy profesional nos acerca el pensamiento de Celio Turino y nos alimenta sutilmente la concepción de cultura viva comunitaria.

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  2. Me parece fantástica la forma como se narra la nota, felicidades a Javier, creo que de manera muy profesional nos acerca el pensamiento de Celio Turino y nos alimenta sutilmente la concepción de cultura viva comunitaria.

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  3. Me parece fantástica la forma como se narra la nota, felicidades a Javier, creo que de manera muy profesional nos acerca el pensamiento de Celio Turino y nos alimenta sutilmente la concepción de cultura viva comunitaria.

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  4. Gracias Nils, un abrazo hasta la chura tierra.

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