Y sí, voy a referirme al famoso reloj del Sur. Y lo haré porque creo que no se trata de un tema bobo como lo califican las masas opositoras y oficialistas por igual. Por el contrario, sostengo que nos brinda a los ciudadanos la oportunidad de debatir en torno a temas que hacen a la construcción de este país como la descolonización. Y eso haré intentando no aburrir a mis cuatro locos lectores.
La magia de un reloj mecánico reside en sus piezas internas, no en la carcaza externa que, al final, no deja de ser un simple adorno de joyería. Cada barrilete, piñón y diminuta rueda dan sentido al reloj. Sin ellos toda esa bella fachada no tendría mayor razón. El concepto de descolonización se muestra como una carcaza por demás atractiva pero le faltan piezas internas que generen movimiento y adhesión. Está vacía en contenido y su "tic tac" se basa en puro simbolismo. Y así se hace difícil construir un discurso y una propuesta sólida.
El reloj del Sur es una idea interesante, hasta que vienen las justificaciones edulcoradas. "Hay que descolonizarnos", se dice. Pero no se ahonda a profundidad en el tema. Las explicaciones salen casi de memoria de la voz del oficialismo bajo el amparo de un discurso que ya conocemos. Que interesante hubiera sido si el lanzamiento del reloj del Sur hubiera sido antecedida por una convocatoria abierta desde el Estado para que investigadores indaguen en el entendimiento y el manejo del tiempo en nuestras tierras antes de la llegada de los colonizadores. Que rico hubiera sido participar de espacios para el análisis sobre este tema con expertos de otros países de nuestra América. Que resultados maravillosos hubieran surgido de documentar de nuestros ancianos las prácticas milenarias en torno al tiempo agrícola. Entonces el reloj del Sur hubiera dejado de ser un folklorismo y simple anécdota justificada a capa y espada por un solo hombre: el Canciller, para ser una consecuencia hasta lógica de los resultados de un genuino proceso descolonizador. Y que mejor aún, una propuesta de Bolivia para el mundo.
Descolonicémonos, pero bien. Propongamos un mundo nuevo pero con argumentos sólidos, documentados e irrebatibles y no desde la improvisación. Improvisación que nos llevó a regalar a los invitados al G77 ese juguete de venesta con tecnología china de reloj despertador de velador. ¿Por qué no se propuso a nuestros profesionales su diseño? Por qué desde el propio Gobierno no se le da la importancia que tiene el proceso descolonizador?
Para proponer un mundo nuevo nacido desde nuestros saberes ancestrales lo menos que podemos hacer es tomar en serio nuestro pasado, ahondar profundo en nuestras raíces y reconstruirnos desde allí. Y que mejor que hacerlo bajo el amparo de las herramientas que nos da la ciencia y no sólo desde el relato oral.
¿Qué están haciendo nuestros intelectuales en torno a la descolonización? ¿Qué se está produciendo desde las universidades en torno a esta temática? Son los políticos quienes hablan del tema y eso no hace más que dañar el discurso descolonizador.
ResponderEliminarPuntal, exacto, preciso. Como un muy buen reloj.