'BIUTIFUL', UN MUNDO DIFÍCIL DE RESPIRAR

Si te gusta salir del cine recargado de dicha y esperanzado en la benignidad de la raza humana, pues Biutiful no es para tí. Fiel a su estilo, el mexicano Alejandro Gonzáles Iñárritu ofrece una película sin concesiones, opresiva y desoladora. Biutiful se centra en la historia de Uxbal (Javier Bardem), una vida plagada de errores y culpas que está a punto de ser engullida por el cáncer. Al aún joven Uxbal se le va la vida. Y consciente de ese final inicia el penoso trayecto de las despedidas: ya de su desequilibrada e infiel esposa, ya de sus hijos que son absorbidos por las aguas del matrimonio en ruinas, ya de sus negocios turbios donde el ser humano es simple mercancía. Todo en una Barcelona que muestra su cara más miserable, fuera de la postal turística tradicional, con centenares de indocumentados que luchan por sobrevivir y decenas de hijueputas que viven a costa de  ellos.

De escarbar en lo más sórdido del ser humano, Gonzáles Iñarritu sabe mucho. Lo demostró en  películas como Amores Perros y Babel, donde el mundo se muestra descarnado a través de una serie de historias que nutren el metraje. Así, el dolor se fragmentaba en múltiples vidas. Sin embargo, en esta ocasión el realizador mexicano optó por amontonar todo en las espaldas de Uxbal. Quizás demasiado: el hombre que malvive en Barcelona, que puede hablar con los muertos, que tiene problemas matrimoniales, que es parte de una red que explota indocumentados senegaleses y chinos (incluso termina siendo responsable de la muerte de ellos), que tiene cáncer de próstata. En fin, una serie de fatalidades y fisuras que hacen de este personaje casi imposible. A pesar de ello, Javier Bardem sale bien librado (y salva a la película) de semejante peso, ofreciendo una extraordinaria actuación que, con todo merecimiento, le valió el máximo reconocimiento en Cannes.

Biutiful es una película dura y difícil de digerir por la eternidad de desgracias que golpean al espectador durante los largos 147 minutos que dura la cinta. Al final, mientras los créditos van poblando la pantalla, es inevitable no ser invadido por la sensación de que, en cierta medida, el alma acaba de ser desgarrada. Y al salir de la sala tampoco se puede dejar de exclamar: "¡Que mierda!; así es el mundo, así somos los humanos.

PD: Y hablando de mierdas y ramas afines, a los del periódico El Diario: la película se exhibe en el Multicine a las 12.20 y a las 22.00, no a las 19.45 como pusieron en su agenda dominguera.