11.00: Roberto de la Cruz irrumpe en la plaza Murillo cargando algunos ejemplares de la Biblia. ¿Su intención? Entregarlas, frente a las cámaras, al presidente Evo, quien —según el marketero consejal alteño— "desafía el poder de Dios". 24.00: Un reconocido conductor de Tv culmina su programa poniendo en primer plano la imagen de Cristo crucificado. Minutos antes, arropado por melodías "celestiales", había criticado al Gobierno por romper con las tradiciones católicas características de Semana Santa. "¿Qué les estamos enseñando a nuestros niños? ¿Dónde queda el mensaje de nuestro Señor Jesucristo?", se preguntó —casi entre lágrimas— el bonachón comunicador, mientras acariciaba con los dedos la imagen de Cristo. 2.00: Un diputado de Podemos inicia su alocución en el debate congresal sobre la Ley Electoral lanzando "un mensaje de esperanza y fuerza para los seguidores bolivianos del Cristo Redentor que hoy son perseguidos".
Me pregunto, ¿que diría Jesús de estos falsos profetas? Aquellos que utilizan su memoria sólo para venderse mejor ante los medios de comunicación. Yo creo que el hombre volvería a levantar las cuerdas de azote que utilizó para expulsar a los mercaderes que habían invadido el templo de Jerusalén. Que lindo sería verlo, azotando vehementemente las nalgas de los oportunistas que levantan su nombre tan sólo para figurar.
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