Nació y se crió en “El Alto cruceño”, el Plan Tres Mil. Un inesperado hallazgo le llevó a cumplir su sueño: ser director de cine. Su ópera prima, “El ascensor”, ha sido elogiada. Se exhibe en la Cinemateca.
Primer milagro: Dios se aseguró de que Tomás Esney Bascopé se convierta en cineasta. Así lo asegura este cruceño de 28 años, al recordar cómo fue que cumplió su sueño de ingresar al mundo del séptimo arte.
“Acababa de terminar la carrera de Comunicación. Andaba sin plata, sin trabajo y con mi anhelo de estudiar Cine. Tenía mis dudas sobre el futuro. Tenía la idea de ser director, pero lo veía como algo imposible por el tema de formación. El 2007 La Fábrica —escuela de cinematografía— llegó a Santa Cruz y, a pesar de no tener ni un centavo, decidí arriesgarme y me reservé uno de los pocos cupos. Un día sucedió el milagro: encontré 900 dólares tirados en la calle. No lo podía creer. Corrí a La Fábrica y pagué mi primer semestre de estudio”.
Dos años después de aquel acontecimiento, Bascopé ha sorprendido gratamente a la crítica y al público con su ópera prima, El ascensor, considerada como una de las mejores propuestas fílmicas realizadas en el país —cerca de 20— este año.
Nacido y criado en el llamado “El Alto cruceño”, el Plan Tres Mil, este actor de teatro aún digiere la buena acogida que ha tenido su película. “La falta de recursos me impidió seguir mis estudios de Cine. Sólo pude culminar el semestre. Por eso El ascensor no es más que un ejercicio cinematográfico para poder seguir, de forma práctica y autodidacta, mi formación de cineasta. Apenas estoy empezando, he visto muchos errores, pero creo que la gente ha destacado más las virtudes del filme y eso para mí ya es un éxito de grandes dimensiones. No esperaba tanta buena crítica”.
Con todo, la ola de comentarios positivos no se refleja en la venta de entradas. “Hay que reconocerlo, no nos está yendo bien en las taquillas... Es imposible competir contra gigantes como el filme de Michael Jackson”.
El asalto al guionista
Segundo milagro: Tomás Bascopé salió ileso de un violento asalto. Este hecho marcaría el inicio de la producción del guión de El ascensor. “Una noche volvía a mi casa, en el Plan Tres Mil, y unos tipos se acercaron, me cegaron, me golpearon y me asaltaron. Me invadió la bronca y la impotencia, quería hablar de los asaltos, criticar desde el trabajo audiovisual la inseguridad ciudadana en Santa Cruz. Pero mientras hacía el guión me puse a reflexionar que el asaltante es alguien que en algún punto de la vida podría haber sido tu amigo. No tomamos en cuenta al ser humano que está detrás de la máscara de maleante. Y eso me movió a desarrollar el texto de la película”.
La escritura de guiones es parte de las habilidades de Bascopé, quien estudió en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Sin embargo, las puertas de productores de televisión y de audiovisuales siempre se mantuvieron cerradas para su trabajo.
En “El Alto cruceño”
Tercer milagro: Un joven productor lee el borrador del guión de Tomás Bascopé, reúne 90.000 dólares y así nace El ascensor. “Le entregué (a Jorge Sierra) las 70 páginas el 2007, en Año Nuevo y las cosas se fueron dando poco a poco. A mediados de agosto del 2008 se inició el rodaje. El primer día de trabajo no podía creer que yo estuviera filmando mi primera película”.
Ahora suenan distantes las palabras que Bascopé escuchó decir una y otra vez a su padre: “Deja de pensar en esas huevadas de estudiar Cine”. En cambio ahora perviven con más fuerza las vivencias que este cineasta cruceño de 28 años acumuló en su hogar: el Plan Tres Mil.
“Vivir en el Plan me da una visión más completa de lo que es el país. Ahora se discute falsas visiones de oriente y occidente, cuando en el Plan se unifica al país. Aquí conviven gentes de todos los lugares de Bolivia. En mi colegio tenía compañeros de Potosí, Oruro y Chuquisaca. Así que siento que mi mirada, en ese sentido, es más general que simplemente la de un camba más. Y así espero que todos mis trabajos sean influenciados”.
Bascopé, alterna hoy su trabajo en la Ferroviaria Oriental —donde dirige un proyecto de Responsabilidad Social Empresarial, a través del teatro— con la puesta en marcha de su nuevo trabajo fílmico Las víctimas.
JAVIER BADANI/TENDENCIAS
“Acababa de terminar la carrera de Comunicación. Andaba sin plata, sin trabajo y con mi anhelo de estudiar Cine. Tenía mis dudas sobre el futuro. Tenía la idea de ser director, pero lo veía como algo imposible por el tema de formación. El 2007 La Fábrica —escuela de cinematografía— llegó a Santa Cruz y, a pesar de no tener ni un centavo, decidí arriesgarme y me reservé uno de los pocos cupos. Un día sucedió el milagro: encontré 900 dólares tirados en la calle. No lo podía creer. Corrí a La Fábrica y pagué mi primer semestre de estudio”.
Dos años después de aquel acontecimiento, Bascopé ha sorprendido gratamente a la crítica y al público con su ópera prima, El ascensor, considerada como una de las mejores propuestas fílmicas realizadas en el país —cerca de 20— este año.
Nacido y criado en el llamado “El Alto cruceño”, el Plan Tres Mil, este actor de teatro aún digiere la buena acogida que ha tenido su película. “La falta de recursos me impidió seguir mis estudios de Cine. Sólo pude culminar el semestre. Por eso El ascensor no es más que un ejercicio cinematográfico para poder seguir, de forma práctica y autodidacta, mi formación de cineasta. Apenas estoy empezando, he visto muchos errores, pero creo que la gente ha destacado más las virtudes del filme y eso para mí ya es un éxito de grandes dimensiones. No esperaba tanta buena crítica”.
Con todo, la ola de comentarios positivos no se refleja en la venta de entradas. “Hay que reconocerlo, no nos está yendo bien en las taquillas... Es imposible competir contra gigantes como el filme de Michael Jackson”.
El asalto al guionista
Segundo milagro: Tomás Bascopé salió ileso de un violento asalto. Este hecho marcaría el inicio de la producción del guión de El ascensor. “Una noche volvía a mi casa, en el Plan Tres Mil, y unos tipos se acercaron, me cegaron, me golpearon y me asaltaron. Me invadió la bronca y la impotencia, quería hablar de los asaltos, criticar desde el trabajo audiovisual la inseguridad ciudadana en Santa Cruz. Pero mientras hacía el guión me puse a reflexionar que el asaltante es alguien que en algún punto de la vida podría haber sido tu amigo. No tomamos en cuenta al ser humano que está detrás de la máscara de maleante. Y eso me movió a desarrollar el texto de la película”.
La escritura de guiones es parte de las habilidades de Bascopé, quien estudió en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Sin embargo, las puertas de productores de televisión y de audiovisuales siempre se mantuvieron cerradas para su trabajo.
En “El Alto cruceño”
Tercer milagro: Un joven productor lee el borrador del guión de Tomás Bascopé, reúne 90.000 dólares y así nace El ascensor. “Le entregué (a Jorge Sierra) las 70 páginas el 2007, en Año Nuevo y las cosas se fueron dando poco a poco. A mediados de agosto del 2008 se inició el rodaje. El primer día de trabajo no podía creer que yo estuviera filmando mi primera película”.
Ahora suenan distantes las palabras que Bascopé escuchó decir una y otra vez a su padre: “Deja de pensar en esas huevadas de estudiar Cine”. En cambio ahora perviven con más fuerza las vivencias que este cineasta cruceño de 28 años acumuló en su hogar: el Plan Tres Mil.
“Vivir en el Plan me da una visión más completa de lo que es el país. Ahora se discute falsas visiones de oriente y occidente, cuando en el Plan se unifica al país. Aquí conviven gentes de todos los lugares de Bolivia. En mi colegio tenía compañeros de Potosí, Oruro y Chuquisaca. Así que siento que mi mirada, en ese sentido, es más general que simplemente la de un camba más. Y así espero que todos mis trabajos sean influenciados”.
Bascopé, alterna hoy su trabajo en la Ferroviaria Oriental —donde dirige un proyecto de Responsabilidad Social Empresarial, a través del teatro— con la puesta en marcha de su nuevo trabajo fílmico Las víctimas.
JAVIER BADANI/TENDENCIAS
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