domingo, febrero 20

LA CAZADORA DE MENTIRAS

Es imposible encarar una conversación con Marlene Rivero Aliaga sin sentirse escrutado. Cada palabra y cada gesto parecen ser analizados hasta en su más mínimo detalle por esta psicofisióloga forense, quien se gana la vida desenmascarando mentiras. Rivero es pionera en el uso del polígrafo (más conocido como el detector de mentiras) en Bolivia. Seis años de trabajo en el área de la psicología forense se requieren a fin de que un profesional pueda optar a la licencia requerida para poder realizar este examen de forma oficial. Rivero sumó ocho, tiempo que le ha permitido ir perfeccionando su oficio.
Pero, ¿es posible engañar al polígrafo? “Se puede intentar, pero es casi imposible. Lo más seguro es que, al final, sabré si estás mintiendo o no”, asegura la profesional, mientras acomoda el aparato en el cuerpo de su secretaria, para iniciar la sesión de fotos. Se trata de un polígrafo computarizado de alta sensibilidad que es capaz de analizar de forma simultánea múltiples variables fisiológicas, mientras el entrevistado responde a una serie de preguntas en un cuestionario definido específicamente para la investigación. Se realizan ‘preguntas control’ para determinar, en sólo segundos, los valores de lo verdadero y lo falso.
En cada respuesta, el equipo mide la respiración abdominal y torácica, el pulso y volumen sanguíneo; el ritmo cardiaco y la actividad electro dermal (la energía que emana el cuerpo, a través de los dedos). Poco a poco, en el transcurso del examen, se van generando gráficas —impulsadas por las señales eléctricas— que después serán interpretadas por el examinador con el uso de un software especial.
Todo el proceso dura dos horas. Al término de este período, Rivero está lista para dictar sentencia. Hasta la fecha, un 70 por ciento de las personas que se tomaron la prueba mintieron. “Todos los humanos tenemos una parte del sistema nervioso central que es autónomo. Por más que uno lo intente, no puede evitar que el cuerpo brinde respuestas de forma independiente a las contestaciones verbales o gestuales”.
(...) Burlar a Rivero, sin embargo, puede ser una tarea por demás difícil. La profesional trabajó por ocho años en el Instituto de Investigación Forense (IDIF). Allí estuvo encargada de elaborar, entre otros, los perfiles de criminales seriales. Sus investigaciones dieron pie a la detención de asesinos y violadores a quienes, luego, tuvo que encarar una vez atrapados. “Al final renuncié al IDIF por el tipo de trabajo que debía realizar. Un montón de fiscales esperaba que se resuelvan los casos y eso era una presión constante. Era una carga muy pesada y los casos eran demasiado duros. Yo tenía que hablar con los criminales y éstos me contaban en detalle cómo habían cometido su crimen”.
Si bien la psicóloga forense debe enfrentarse ahora a casos menos dramáticos, no por ello resultan de menor impacto en la vida de las personas. Es así con hay quienes recurren al uso del detector de mentiras para develar la infidelidad de su pareja. Rivero asegura que estos estudios son muy solicitados, especialmente por parte de los hombres. Pero también los celos mueven a las mujeres a recurrir a este servicio “Un señor ya había sido dos veces infiel y, ante la duda de una nueva infidelidad, la esposa lo trajo a la prueba del polígrafo. Sin embargo, el estudio concluyó que no le fue infiel. Cuando le dí el informe a la señora, ella me dijo: ¿está segura? No creía, quizás porque vivía con el miedo de que su pareja la engañase.
Pero lo interesante es que quizás mi informe fue un punto de partida para que ella volviera a creer en él”.
Al final del día, son estos casos, los que terminan con un final feliz, los que llenan a la psicóloga Marlene Rivero Aliaga.

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