martes, julio 6

LOS ODIOS TEATRALES DE CALLA

A su sala de cine Eduardo Calla la bautizó como 23 de Junio (día de su nacimiento). La instaló en su dormitorio y comenzó a llenar sus “butacas” con un público exclusivo: su familia. Entonces un niño, este paceño quería convertirse en un reconocido actor de películas.
“Hacía afiches de filmes y después invitaba a mis familiares a que vean las funciones... Me regalaban cinco minutos y yo me sentía realizado”, rememora el dramaturgo, hoy con 30 años.
Se dirá que Calla no cumplió su sueño infantil, pero no hay duda que con un trabajo continuo, que suma más de una década, logró consolidar su nombre en la escena contemporánea del teatro boliviano. Lo demuestra ahora con la dirección y puesta en escena de Las relaciones de Clara, obra que se presenta junto a Escena 163 —colectivo que fundó el 2004— en el Teatro D’Orbigny, en el colegio Franco (Achumani). La pieza, que se estrenó anoche, se podrá apreciar hoy, el sábado 10 y el domingo 11 de julio (20.00).
La obra, escrita por la alemana Dea Löher, transita los mismos senderos que caracterizan las creaciones del boliviano: el desgaste inevitable que sufren las relaciones humanas y los tugurios o rincones malolientes que hacen a cualquier ciudad del mundo. No hay lugar al hastío ni a un teatro “complaciente” en las obras de Calla; tampoco lo hay en las piezas que él elige dirigir. Y la trama creada por la germana Löher no es una excepción. La protagonista, Clara, está en la búsqueda de una vida satisfactoria, pero tropieza con los deseos y ansias de los que le rodean: una hermana que redescubre su tendencia homosexual, un cuñado mediocre atracador de bancos y un médico que la acosa, entre otros.
“Tengo miedo de aburrir al público porque creo que el teatro, por principio, es aburrido. Por eso busco un mecanismo que logre que el espectador o tache de aberración o que alucine con una obra, pero que no se quede hundido allí en su butaca”, manifiesta.
En ese camino, Calla ha entablado una relación conflictiva con el teatro. La tien
e desde la creación de su primera obra, Extaciones. “Esa época la pasé muy mal en términos humanos y de formación. Odiaba el teatro. Estaba escribiendo Buenas influencias, bonitos cadáveres. Era mi venganza contra la dramaturgia. Mi idea era terminarla y luego abandonar el teatro”. Han pasado 10 años, pero el dramaturgo sigue en lid con sus demonios interiores.Son las primeras horas del viernes y mientras la mayoría de los mortales descansa, el elenco de Escena 163 inicia el ensayo técnico de Las relaciones de Clara. El trabajo se extenderá hasta las 3.00 en el teatro D’Orbigny bajo la crítica mirada del director de la obra, Eduardo Calla.
Una taza de té y un sandwich de jamón ayudan a matar el frío y la ansiedad. Sobre el escenario, los actores repasan las 17 escenas de la pieza que no da un sólo respiro a la decadencia de sus personajes.
Las relaciones de Clara “descubre el trágico precipicio en la normalidad de una vida burguesa cotidiana, en el aislamiento del individuo inmerso en el egoísmo totalmente normal de una sociedad que ha perdido el hábito de dar”, se lee en la sinopsis.
Texto y fotos: J.B. Fragmento de la nota publicada en http://www.la-razon.com/version_te.php?ArticleId=79&EditionId=128&ids=19

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