Luis Bredow no puede controlar su insaciable curiosidad por el ser humano. Fue ésta la que le impulsó hacia el mundo del teatro cuando tenía 9 años y es la que actualmente, a sus 63, lo mantiene escarbando los recovecos que hacen a la esencia de los sentimientos y las reacciones del hombre ante la vida. El actor orureño está cargado de preguntas.
Sus compañeros en su particular búsqueda son los personajes que interpreta sobre los escenarios. Son, en realidad, los únicos maestros con los que cuenta. Ahora, por ejemplo, de la mano de Krapp —un viejo escritor, solitario y frustrado— está aprendiendo nada menos que a fracasar mejor. Y el público paceño podrá ser cómplice de este aprendizaje personal cuando Bredow presente el monólogo La última cinta de Krapp. Será el jueves 9, viernes 10 y sábado 11, a las 20.00, en El Desnivel.
Luego, lo hará el viernes 17 y el sábado 18, a las 20.00, en Búnker. “La obra es de (Samuel) Beckett y trata sobre los fracasos de la vida. Después de todo, este escritor solía decir: ‘Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor’, repite Bredow entre sonrisas.
“El personaje de la obra, Krapp, es un viejo aislado y cargado de expectativas que no llegó a cumplir. Y en ese sentido, él está representando nuestra propia condición humana. Me pregunto, ¿quién, pues, ha cumplido todas sus expectativas? La muerte suele visitarnos primero”. Bredow habla y parece que se mantiene sobre un escenario. Lanza las palabras pausadamente lo que, sumado a su voz grave, le dan al artista un aire histriónico
El actor nacional lleva décadas esperando el momento preciso de representar a Krapp. “Vi la obra cuando era joven y me prometí entonces que cuando yo alcanzara la edad para hacerla, lo haría”. Y ese momento —asegura— llegó. Así trabaja este artista, seleccionando sus papeles para el teatro de forma meticulosa y dándoles vida sólo en el momento en el que él considera es adecuado.
“Los personajes te llegan en momentos específicos de tu vida, son modelos que te los pones y es a partir de ellos que te descubres a ti mismo. Eso es lo maravilloso del teatro, te llegas a conocer a partir de ellos. Son encuentros casi místicos, son como maestros, ellos te enseñan. Allí está Joachim, de Un lugar de oscura atracción, un personaje cómico que me enseñó cuán ridículo puedo llegar a ser. Con Garcin, de A puerta cerrada, aprendí el existencialismo, la libertad. Y ahora, el fabuloso Krapp me está enseñando cómo fracasar mejor”.
Sin embargo, no sería la primera vez que el actor orureño lleva a escena a un personaje que, en principio, no le corresponde. Así sucedió, por ejemplo, cuando vivía en Santiago de Chile. Entonces tenía tan sólo 9 años y subió a las tablas para dar vida al monólogo Sobre el daño que hace el tabaco, de Antón Chéjov. Fue la primera vez que Bredow se presentaba ante un escenario repleto de gente.
“Era absurdo, porque le dieron a un niño el rol de un viejo. Debo confesar que salió muy misterioso, raro. No obstante, a la gente le gustó”. Fue ese día, ante el aplauso de los asistentes, que Luis Bredow supo que sería un actor. Y es desde ese día que busca saciar su curiosidad sobre el mundo que lo rodea.
* Texto: J.B. Foto: Tony Suárez Nota completa en http://www.la-razon.com/version_te.php?ArticleId=159&EditionId=2276&ids=31
No hay comentarios:
Publicar un comentario