lunes, septiembre 20

NATANIEL AGUIRRE NO ES EL AUTOR DE 'JUAN DE LA ROSA'

Al igual que la historia, la literatura está plagada de misterios. Algunas veces el enigma es tan complejo que (con)funde lo real con la ficción y viceversa. He aquí uno que me inquieta. Tantas veces se ha repetido que Juan de la Rosa. Memorias del último soldado de la independencia es la mejor novela boliviana, que con ello se olvida que es, sobre todo, uno de los textos más misteriosos de la prosa latinoamericana de cualquier siglo. Explorar ese misterio es el objeto de este ensayo.
La editio princeps fue publicada en Cochabamba por el diario El Heraldo el 14 de septiembre de 1885. La historia de esta primera edición es tan fascinante como compleja. Resumo lo esencial. Es la única donde se lee que Juan de la Rosa es el autor de Memorias del último soldado de la independencia y no Nataniel Aguirre, cuyo nombre no aparece en ninguna parte. También es la única que apareció en vida de Aguirre quien, que yo sepa, no asumió la paternidad del texto.
Un cuarto de siglo más tarde, de manera inexplicable, fue mutilada por los editores de la segunda edición (1909). Este comité editorial se tomó la “libertad” de incorporar al título original el nombre del, para ellos, supuesto autor. A partir de ahí Memorias… se transformó en Juan de la Rosa. Memorias del último soldado de la independencia, la mítica “novela” escrita por Nataniel Aguirre. Este nuevo libro, lamentablemente, se convirtió en el texto base para ediciones posteriores que repiten sus añadiduras, erratas y omisiones. Una vez que la princeps desaparece del mapa literario boliviano, es casi imposible acceder a ella.
La exégesis de esta “novela histórica” (Anderson Imbert; Díez de Medina; Ovando Sanz) abunda en inexactitudes y ambigüedades. Muchos escriben que la primera edición es “doble”: “(...) apareció inicialmente como folletín de El Heraldo y luego, casi de inmediato, como volumen de regular espesor” (Castañón Barrientos) en 1885.
Lo que está fuera de discusión es que el texto forma parte de una serie que comprendía cuatro títulos. Los críticos, repitiendo la “advertencia” de los editores del segundo tomo de las Obras de Nataniel Aguirre, lamentan que sólo la primera parte fue concluida y que las restantes se extraviaron. (...) Todas las ediciones de Juan de la Rosa, a excepción de la publicada por Plural, no permiten acceder a estos datos porque se basan en la segunda edición hecha por la Librería de la Vda. de C. Bouret —a partir de acá, denominada como “B”—. Esta edición, a casi un cuarto de siglo de la primera, atribuye a Nataniel Aguirre, muerto el 11 de septiembre de 1888, la autoría de la “novela” además de introducir los arbitrarios “retoques” de sus editores. Ofrezco las pruebas.
En el capítulo XVIII, una “nota del editor” informa que: “La tercera parte de estas memorias, Hayopaya, contiene detalles interesantes de la guerra interminable que sostuvieron los patriotas”. La nota, inexplicablemente eliminada en “B” y en todas las ediciones posteriores, da elementos claves para el estudio del texto. Primero, se confirma que “autor” y “editor” son dos personas distintas. Asimismo, el editor, quienquiera que fuese, da a entender que tuvo en sus manos la continuación de estas memorias. Una confesión autoral en el capítulo XXIV respalda este juicio: “Había en ella algunos cuadernos manuscritos de diferentes letras, más o menos amarillentos, según el tiempo que cada uno tenía. Aquí están ahora mismo, sobre la mesa en que escribo, conservados por la misma niña que no quise entonces que los viera, del modo que os he de referir en su caso y lugar”. Aunque acá, a nivel diegético, es un personaje —si todavía se insiste en la filiación literaria del texto— el que proporciona este dato; la voz autoral, en el plano extradiegético, titula el capítulo XXVII: ‘De cómo fui y llegué a donde quería; con lo que pondré punto a esta primera parte de mis memorias’. Los editores de “B” y sus continuadores suprimen la frase “con lo que pondré punto a esta primera parte de mis memorias”.
Texto: Gustavo V. García, doctor en Filosofía y Letras. Fragmento del ensayo publicado en Tendencias

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