La chilena fue cómplice del asesinato del general Carlos Prats y su esposa y, al mismo tiempo, anfitriona de fiestas y reuniones literarias en una casona santiaguina donde se torturó y planeó atentados. Esta es una crónica de una agente de la DINA que soñó con ser escritora.
"Aquí mató el empleado de Jimmy al funcionario español de la Unesco. Aquí mató Jimmy a la Cecilia Sánchez Poblete. A veces yo estaba viendo la tele con los niños y la luz se iba por un rato. No oíamos ningún grito, sólo la electricidad que se iba de golpe y después volvía. ¿Quiere ver el sótano?”. La que habla es María Canales, uno de los personajes del libro Nocturno de Chile, de Roberto Bolaño. Se trata de una mujer que pasea sin culpas por su casa al cura y poeta Sebastián Urrutia Lacroix. Un lugar donde se realizaban festejos y talleres literarios, mientras en el sótano se torturaba.
En esta novela, Bolaño dispara contra la nueva literatura del gobierno militar, para tildarla de siniestra con personajes como Lacroix, hombre de letras que dicta lecciones de marxismo a Pinochet. Para Bolaño, Chile se hundía y los hombres se hundían en sus miserias. Esta historia de indolencia no fue sólo una fábula. María Canales es Mariana Callejas.
En el inconsciente colectivo chileno, Callejas siempre será anfitriona de las reuniones literarias y fiestas de la casona de Lo Curro, un barrio aristocrático de Santiago. Allí los letrados y aspirantes a escritores compartían críticas y copas de vino.
Vida bohemia que sucedía en la misma casa que fue solventada por la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional) para la brigada llamada Quetrupillán.
(...) Callejas ya había deslumbrado a la pequeña audiencia en el aula del escritor Enrique Lafourcade con su cuento ¿Conoció usted a Bobby Ackerman?, un monólogo sobre un sastre judío de Brooklyn y sus evocaciones de las persecuciones antisemitas. Con él obtuvo el premio del diario El Mercurio. Tampoco fue su único galardón. A mediados de los 80, ganó el concurso de la revista La bicicleta con su cuento Jess Abraham Jones, escrito bajo un seudónimo. Al abrir el sobre y saber quién era su autora, el jurado dudó en entregarle el reconocimiento. Pero la impresión de los jueces fue la misma que sus compañeros de taller tienen hoy. Callejas fue y será muchas cosas, menos una mala escritora.
La nota completa está en la Revista Ñ. Su autora es Carolina Rojas
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