martes, enero 18

Cuando la robótica es cosa de niños

Alejandro Banegas (izq.) y Álvaro Trujillo
Lo importante es que funcione el servomotor y que los sensores de contacto y de luz del Mindstorms sincronicen”. Adrián Aramayo Tapia habla. Y el solo hecho de intentar comprender sus palabras ya se convierte en toda una aventura. Tres semanas de clases en el Centro Boliviano de Robótica Educativa le bastaron a este niño de 12 años para empaparse de algunos secretos básicos que alimentan a los engendros mecánicos que transforman el mundo.
“A mí siempre me interesaron los robots, saber cómo crearlos y cómo diseñarlos”, señala, mientras acomoda una de las unidades Mindstorms NXT en el suelo para que cumpla con un nuevo reto: detenerse a una distancia de 30 centímetros cada vez que se aproxime a una de las cajas que han sido colocadas como obstáculos. Después, deberá girar y continuar con su cansino recorrido hasta llegar a la meta final.
Es así, mediante el uso de una serie de desafíos, que el ingeniero de sistemas Renán Trujillo Bravo ha introducido a una veintena de niños y adolescentes —de 8 a 16 años— al mundo de la robótica. Esto a través de la utilización de un sistema electromecánico dotado de sensores y de actuadores controlados por computadora.

Pablo Mateo Ayala

“A los niños se les estimula la creatividad. Está comprobado científicamente que la robótica desarrolla la inteligencia en los chicos, ya que los procesos de abstracción mental son fluidos. Esto se logra planteándoles retos y problemas donde, a través de una metodología de lluvia de ideas, ellos deben plantear soluciones, diseñar sus experimentos y comprobar todas las hipótesis que han planteado o propuesto”, señala Trujillo.
Entre los retos que los estudiantes deben superar se halla el de lograr que el robot reconozca una gama de colores. Para ello se procede a la programación de los sensores de la unidad en la computadora. “Los estudiantes deben hacer pruebas con los distintos haces de luz y el robot deberá reconocer entre rangos de números a cuál de los colores pertenece”.
En el caso de los obstáculos, se debe lograr que el robot determine a qué distancia debe detenerse para no chocar, programando un sensor de ultrasonido.
La enseñanza en el Centro se basa, en todo caso, en una introducción inicial primaria inferior sobre el mundo de la robótica, que en realidad busca utilizar las herramientas tecnológicas como una forma de apoyo a los procesos de enseñanza y aprendizaje en niños y jóvenes.
Y si de despertar la creatividad se trata, en primera fila está Adrián Aramayo, quien sueña con dar vida a un humanoide “que me acompañe, ordene mis cosas y que también haga algunas de mis tareas”.
Texto y fotos: J.B. La nota completa está en Escape

1 comentario:

Anónimo dijo...

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