Burgos, Rodríguez, Choque... Que cosa más extraña, las computadoras en la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), en la zona Sur, llevan nombres. Claro, las "muy muy" no te responden cuando las llamas. Yo intenté atraer la atención de una de ellas mientras me hacía oca, aguardando en la oficina de los investigadores mi turno para sentar una denuncia.
"Psssst, Burgos; choy"..., susurré; pero nada, bien "hecha a las mamis" son todas.
La cabo Kanqui, que estaba a mi lado —también haciéndose oca esperando su turno para usar la única computadora de la FELCC para poder así tomar mi declaración— , me observó de reojo, frunció el ceño y comenzó a torturarme con su mirada de sheriffdepelículawesterndelos70.
"Es que... las compus..; ehhh, bien chistoso, mi cabo; nombre, como humano tienen", intenté exponer. Pero no resultó.
Después me enteré de labios de una ya más relajada Kanqui que los investigadores de la FELCC del distrito 4 están obligados a traer las computadoras de sus casas para poder hacer su trabajo. Y, por precaución, identifican sus equipo con sus apellidos (Claro, con tanto policía suelto por esos lares).
Los que no tienen computadora, pues deben aguantarse, comenzar a ahorrar y hacer fila para utilizar el único equipo con el que cuenta esta unidad. Y con ellos, los denunciantes.
Por esta carencia tecnológica, los investigadores, asimismo, deben guardar los expedientes en un flash memory. Kanqui, por ejemplo, guardó el caso Badani en la carpeta que atesora capítulos de la novela Al fondo hay sitio. Que cosas, ¿no?
Texto: J.B.
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