miércoles, marzo 16

EL TRONO DE PIEDRA DE FRANZ TAMAYO

Cuando el pito sonaba, todos los moradores de la hacienda Yaurichambi se ponían en alerta. Sabían que, a través del agudo silbido, Franz Tamayo solicitaba desde la punta de la colina Jachahuaylla algún tipo de servicio. Y este era un rito que se repetía de forma cotidiana. Para nadie era extraño ver al poeta allí, solo en la cúspide de la colina; asediado por el viento altiplánico y abrumado por la conmovedora vista que se tiene de la Cordillera Real desde este punto. ¿Acaso puede existir un mejor lugar para buscar inspiración? Para Tamayo, definitivamente no lo había.
David (izq) y Leonardo, nietos de Tamayo en la colina
Cada mañana, a las 8.00, el poeta subía hasta la cima de la loma, armado de un poncho de vicuña, un cuaderno y una tabla de madera que, una vez allí, instalaba entre las piedras que se alzan en el lugar. Luego se acomodaba en su “silla” pétrea y entonces era sólo cuestión de minutos para que diera rienda suelta a las palabras.
Es en esta colina —además de un envidiable mirador, un gran depósito de fósiles marinos— que el intelectual paceño (1879-1956) dio vida a gran parte de los textos que lo convirtieron en uno de los pensadores más importantes que ha tenido Bolivia.
Y este hecho no es casual. Franz Tamayo prefería el campo a la ciudad; se declaraba un hombre realizado cuando se encontraba en el altiplano y, más todavía, cuando se alejaba hasta su hacienda Yaurichambi (aguja de cobre), ubicada en la provincia Los Andes de La Paz. Allí desarrolló, a la par de la escritura, una pequeña industria agrícola que lo hizo reconocido en la ciudad, especialmente por su producción láctea y por los quesos de oveja que llevaban por único sello la letra “T”.
Un largavista ayudaba a Tamayo a supervisar desde la colina Jachahuaylla todos los aspectos de la finca, mientras escribía: el trabajo en la lechería, la cosecha de tubérculos en la pampa y, claro, a sus hijos jugando y bañándose en el río del lugar.
Elvira, la última hija viva de Tamayo
Siempre había un febril trajinar ante sus ojos. Hoy, sin embargo, desde la cima de esta colina sólo se puede observar el deterioro de la ex hacienda, atacada por el paso del tiempo, el olvido estatal y los constantes avasallamientos de los comunarios. Recientemente, por ejemplo, tumbaron uno de los muros para contar con más espacio para una corrida de toros.También arrancaron de raíz las centenarias kiswaras y keñuas, pintorescos árboles que pueden observarse en retratos de época. Además, habitantes del área han invadido sistemáticamente la propiedad del ilustre intelectual paceño para construir sus viviendas.
En la casa principal donde moró Franz Tamayo se evidencia los estragos que ha causado su abandono: huecos en las paredes, marcas de filtraciones en casi todos los cuartos, techos socavados y maleza cubriendo el patio principal donde se lucían pequeñas piedras en blanco y azul que mostraban distintos diseños en el piso.
Ya el año 2004 un informe oficial alertó que la ex hacienda —que desde 1974 es considerada como Monumento Nacional— “presenta una degradación progresiva del comportamiento estructural de sus cubiertas y de los muros, elementos importantísimos para la permanencia y existencia del conjunto arquitectónico de este inmueble, lo que hace imprescindible detener ese proceso de degradación en primera instancia”, advierte el documento.
El panorama no podría ser más desolador. Sin embargo, los nietos del destacado literato nacional están decididos a revertir esta situación. Y para ello han desempolvado un proyecto que fue elaborado a comienzos del 2000 para la consolidación de una fundación que busca impulsar la restauración arquitectónica de la ex hacienda y la creación, en este mismo espacio rural, de la Casa Museo Franz Tamayo.
Para realizar el proyecto se requiere de una inversión de aproximadamente 500.000 dólares, monto que la familia del destacado autor nacional busca reunir con el apoyo de la cooperación internacional y de instancias del Estado. Pero el constante cambio de autoridades, especialmente en el Ministerio de Culturas, ha dificultado dicha iniciativa. Sin embargo, se hace urgente la intervención para restaurar la estructura que está dañada.
* Texto y fotos: J.B. Nota completa en ESCAPE 

2 comentarios:

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