martes, julio 19

NO TODOS QUEREMOS UN MUNDO MEJOR

Todos aman a la danesa. Me refiero a En un mundo mejor, la película ganadora del Oscar a mejor película extranjera y que se exhibe en el Multicine. Todos la aman menos yo. Pero, en mi descargo, debo decir que ingresé al cine predispuesto a enamorarme de la mano creadora de su directora, Susanne Bier. Había gozado antes de su rival, la mexicana Biutiful (González Iñarritu), y entonces esperé encontrarme con una obra magistral. Pero no fue así y por eso me quedo nomás con la historia de Uxbal.
Esto no significa que En un mundo mejor sea una mala película; pues no lo es. Sin embargo, hay aspectos de ella que no terminan de cuadrar: su mensaje moralista y el uso de personajes excesivamente impostados, por ejemplo.
En un mundo mejor es la historia de Christian y Elías, ambos preadolescentes de hogares disfuncionales. El primero ha perdido a su madre y vive junto a su padre. El segundo tiene a los suyos en proceso de separación y al padre, médico en frecuentes misiones africanas, lo ve poco. Ambos encuentran en el otro un cómplice y una manera de exteriorizar sus conflictos, rebelándose contra las fuerzas agresivas exteriores, como un compañero abusivo del colegio.
Bullying, xenofobia y conflictos bélicos en el tercer mundo se entremezclan en la trama que está plagada de estereotipos y personajes exageradamente esquemáticos. Sí, todos ellos llegan a traspasar emociones al espectador, pero no logran trascender. Nacen y mueren como el doctor idealista, el niño confuso, el amigo perverso y la madre sufrida. 
Destaca el trabajo de la realizadora por retratar en el metraje a una sociedad que es cada vez más agresiva y adiestrada para esconder sentimientos. Sin embargo, las imágenes no irradian verdad y, por ello, todo se queda en eso, en buenas intenciones sin demasiado basamento. Es por ello que el happy ending resulta forzado e invalida de hecho la tesis compleja que ha intentado proponer la directora sobre la sociedad contemporánea.

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