viernes, julio 22

VIDA Y MUERTE DE UN TRAVESTI EN AFGANISTÁN


* Un texto de Placid García-Planas

Primero fue el mail de Jaime García, un reportero que todavía no sabe que lo es. Me comentaba –entre otras cosas– la calidad de la fotografía que Guillermo Cervera le hizo en el año 2009 a un travesti de Kabul. Una hora después envié a Jaime la crónica Manicura y talibanes que escribí de ese travesti.
Inesperadamente, una hora después de enviar en PDF la mirada del travesti, Guillermo me llamaba para decirme que esos ojos ya no existen: “Lo han matado, tío”.
Lo asesinaron hace unos meses y nos enteramos la semana pasada.
Se llamaba Zabi, y lo primero que me llamó la atención cuando lo conocí fue su mano derecha. Tenía algunos anillos y dos largas uñas rosas que sobresalían de sus dedos meñique y pulgar.
–¿Por qué te recortas las uñas de tus tres dedos centrales? –le pregunté.
–Para poder cerrar bien el puño y pegar mejor –me respondió.
Zabi volvió a extender su mano derecha para señalar las cicatrices de navaja que se dibujaban en su muñeca, entre sus dedos: no es fácil ser travesti en Afganistán.
Ese día fuimos a ver cómo Zabi actuaba en un restaurante putrefacto de Kabul, y el baile underground terminó como tenía que terminar: mal. El encargado no había informado al dueño que en el reservado actuaba un travesti, y al dueño, enfurecido, le faltó un milímetro para echar a Zabi del local a culatazos de kalashnikov.
–Lo dice el Corán: los que matan a gente como esta tienen un lugar reservado en el Paraíso –dijo un pashtún que andaba por ahí.
El cuerpo sensible de Zabi ha sido finalmente descuartizado, y los que lo han roto a pedazos deben andar convencidos de que Dios ya les tiene preparado un reservado.

* La nota completa de Placid García- está en Fronterad.

No hay comentarios: