Yo que odio los números, reconozco que vivo en una dictadura de dígitos. Yo, que incluso tengo problemas para repetir de forma completa la tabla del cinco, estoy forzado a memorizar un contingente de bichos numéricos para mantenerme vigente en esta sociedad que se edifica sobre cifras.
A saber:
77211667-15/9-2110930-9-2371691-7-4954329-184-3587-5/5-2311138-162950023-46-1975-2797455-3/1-1578-614-29/10-71559987-159875-5/7-2371691016-162950023-15/4...
Entre códigos de salida de teléfonos, pines, teléfonos y fechas ineludibles, me paso gran parte de mi existencia recordando números. Y no deja de ser un hecho trascendental el que mi distraída testa recuerde tal cantidad de entidades abstractas, mismas que se dan las de ordenadoras de mi vida.
Siempre detesté las "ciencias exactas", esa manía de creer que sólo existe una manera -la científica- de explicar y entender la vida. Pues no, los números no guardan las claves para los misterios de la conducta humana; ni de sus amores ni de sus odios. Somos pura ciencia inexacta, una completa contradicción de lo racional.
Siempre detesté las "ciencias exactas", esa manía de creer que sólo existe una manera -la científica- de explicar y entender la vida. Pues no, los números no guardan las claves para los misterios de la conducta humana; ni de sus amores ni de sus odios. Somos pura ciencia inexacta, una completa contradicción de lo racional.
Con todo, la cifra que más me preocupa en este instante es la que grita mi saldo de mi cuenta bancaria: 45.89 bolivianos... Jodidos estamos!!!!
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