Somos muchos, legiones los paridos por la infidelidad. Es una imperfección bañada en chirimoya. Una identidad marcada por la piel, no por la iglesia. Y eso nos hace libélulas de otros tiempos.
Miro atrás y veo a mis padres con los labios cargados de dulces... se parecen tanto a la luz!!! Carnes duras y mente inquieta; sueños color malva y pasiones urgentes. Todo, al final, rifado. Porque nada importaba pero al final todo pesó. Se perdieron en un trayecto inutil que terminó por llenar sus poros de goteras. Y se ahogaron y entonces me perdí en su humedad. Tuve que morder mi brazo para saberme vivo; desperté mojado e imperfecto, bañado en chirimoya.
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