Una lección sobre la construcción democrática se está gestando desde el área rural de Bolivia. Una lección que está siendo escrita por los pueblos indígenas y que bien harían nuestros asambleístas departamentales en aprender y emular. Es una lección que a muchos ha sorprendido: las autonomías indígenas están avanzando más rápido que las autonomías departamentales.
Al finalizar este año, cinco de los once municipios en conversión a la Autonomía Indígena Originario Campesina (AIOC) han culminado con la redacción de sus Estatutos. Y de ellos, cuatro ya aprobaron el texto final en grande y en detalle, lo que marca un hito para el país. Al año, estos estatutos pasarán al examen de constitucionalidad en el Tribunal Constitucional y, luego, tendrán que ser aprobados por el soberano mediante referéndum. Para ellos, el camino hacia el autogobierno está sembrado.
Sí, evidentemente es un primer paso. Todavía resta mucho que afinar y definir. Por ejemplo, cómo se realizará la transición hacia el autogobierno o cómo el Estado garantizará la sostenibilidad de la autonomía de los gobiernos indígenas. Pero no hay duda que se trata de un camino que no tiene vuelta atrás y que saldará una deuda histórica que el Estado boliviano tiene con sus pueblos originarios. Tuve el honor de participar de la sesión (del sábado 17 al domingo 18) en la que los estatuyentes indígenas de Totora Marka (Oruro) aprobaron en detalle su Estatuto Originario. Fui testigo de momentos de áspera discusión entre los estatuyentes (especialmente sobre la forma de adecuación de su cosmovisión milenaria a ciertas normas nacionales) y del éxtasis final (con champagne incluido) tras la aprobación por dos tercios del último artículo del Estatuto.
A ver si nuestros asambleístas departamentales aprenden de sus pares indígenas y dejan de lado sus cálculos políticos en pos de trabajar por el pueblo boliviano que los voto.

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