lunes, enero 30

LOS CHOLEROS ENTRAN AL MUSEO NACIONAL DE ARTE


La propuesta de Mamani Mamani: Miradas de chutacholero.


Ni pepinos, ni caporales, ni morenos... A mi me atraen los ch'utas. Me parecen más interesantes que sus pares carnavaleros y más enraizados en lo que es el ajayu ch'ukuta. Y es por ello que una de las cosas que quiero hacer antes de morir es ser parte de una comparsa de ch'utas, los antaño "despreciados" de las entradas de Carnaval. El ch'uta es cholero por excelencia y alcohólico por menester: siempre anda acompañado por dos lindas cholas y pegado a la botella de cerveza. Me encanta el caos de la danza: el ch'uta no tiene figuras que cumplir ni orden específico que acatar; no debe demostrar ningún nivel de destreza dancística ni tiene necesidad de hacer dieta para caber en su traje. Simplemente se adueña de la calle para hacer girar como trompo a sus dos palomitas blancas o al par de joyitas de 24 quilates que le acompañan durante el bailongo.

Transfiguraciones, de Ale Archondo

Los ch'utas choleros llevarán ahora sus pícaros pasos nada menos que al Museo Nacional de Arte. Lo harán de la mano de artistas como Mamani Mamani, Max Aruquipa y Alejandro Archondo, quienes representaron en el lienzo a este personaje paceño. Sus obras engalanarán al repositorio más importante del país desde el 1 de febrero y permanecerán allí hasta fin de mes. La exposición contará, asimismo, con fotografías y trajes que retroceden siglos, hasta la génesis del ch'uta.  
Se trata de una oportunidad única para acercarse a este personaje paceño, que es anterior al pepino mismo, como asegura Javier Escalier, de la Asociación de Comparsas del Carnaval Paceño.
Según explica el boletín emanado por el Museo Nacional de Arte, la danza del ch'uta "festeja las primeras cosechas en el altiplano, tiempo lluvia y fertilidad, que coincide con los primeros meses del año, de ahí su vestimenta tan colorida, con la presencia de la flor de la papa, bordada en diferentes colores; este personaje representa a los espíritus que protegen y velan para que la recolección de productos sea abundante, por eso su máscara, casi transparente, confeccionada en malla milimétrica".
Chuta, de Rina Mamani
Su indumentaria se remonta a la época del pongueaje, cuando los hacendados mandaban a su servidumbre a la ciudad para comercializar sus productos, éstos se instalaron en los mercados populares circundantes a la “hoyada”, en la zona del Cementerio y aledañas y rápidamente su vestimenta fue adaptada para el baile; de los pantalones de bayeta de tierra a otros más coloridos tipo colán, al igual que su chaleco, solo mantuvieron las “abarcas” y el “ll’uchu”.

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