lunes, septiembre 10

ROLANDO CALLA, EL HOMBRE-CÁMARA



Las cifras de Rolando Calla impresionarían a cualquier mortal. Más de 40 mil cámaras fotográficas han pasado por sus manos durante los más de 30 años que lleva reparando los aparatos que capturan el tiempo. Calla es el único fototecnologista boliviano reconocido a nivel internacional. Su nombre aparece en prestigiosas guías de turismo a nivel mundial y es el técnico preferido por los fotoperiodistas que trabajan en los medios impresos paceños. Pero a pesar de contar con semejante bagaje profesional, Calla confiesa que es incapaz de capturar una fotografía decente. “Foto que saco, foto que sale mal. Prácticamente ni cámara tengo. En un cumpleaños de mi hijo incluso tuve que prestarme una cámara”, rememora. 

Es que la fotografía como tal no es el fuerte de este potosino de nacimiento. Lo suyo es la mecánica y la electrónica que van detrás de cada toma fotográfica. Y en ello no hay quien pueda vencerlo. “Cada año que pasa se complejiza aún más la tecnología de las cámaras. Por eso la persona que se dedica a su reparación necesariamente debe estar a la par en conocimiento de los propios profesionales que han desarrollaron la tecnología”. 
Si bien Calla comenzó a desarmar las cámaras de su padre a muy temprana edad, llegó a la fototecnología de casualidad. Corrían los años 70 y había abandonado sus estudios de Derecho. Entonces comenzó a trabajar como vendedor en Foto Linares. “Los dueños tenían problemas con el técnico y me lanzaron el desafío para que yo tomara su lugar. Yo necesitaba trabajar así que acepté. Me llenaron de manuales y me enviaron a seminarios internacionales”. Y desde entonces Calla no ha dejado de reparar cámaras fotográficas. 
Un centenar de aparatos llegan cada mes a su oficina, en Sopocahi. Su taller, sin embargo, se encuentra en uno de los amplios ambientes de su departamento miraflorino. “Soy mi propio jefe y eso es algo invaluable”, suelta, mientras muestra la gaveta donde se amontonan las máquinas compactas y profesionales que esperan hace semanas volver a la vida útil. La lista de espera es larga, pero Calla se niega a contar con un ayudante. “Las cámaras digitales hoy son demasiado complejas, tanto que ya no se podría comenzar de forma empírica como lo hice yo. Incluso, a veces, me veo obligado a recurrir a la ayuda de un ingeniero. Sería una tarea titánica preparar a una persona desde cero”, dice. Sin embargo, como miembro de la Sociedad de Fototecnologístas, brinda talleres en internet a jóvenes de España, Argentina y México. 
A sus 60 años, Calla ya comienza a sentir el peso de los años en su vista. “Hay piezas demasiado pequeñas y el esfuerzo para verlas es grande”. Pero a pesar de ello, la palabra “jubilación” no pasa por su mente. “Me gusta lo que hago y eso no tiene precio. ¿Cómo podría jubilarme?”.

Publicado en Escape

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