miércoles, abril 24

LÓPEZ VIGIL, UN APASIONADO POR LA COMUNICACIÓN DE COLORES


José Ignacio López Vigil, en una de las entrevistas que brindó a la prensa paceña. 
“En vez de formar las aulas deforman”. Hace mucho que José Ignacio López Vigil perdió la fe en las facultades de comunicación. Tanto que este ícono de la radiodifusión latinoamericana decidió abandonar la cátedra universitaria y dedicarse enteramente a difundir sus conocimientos de forma directa a los interesados en fomentar una comunicación próxima a la gente, de colores, escrita en un lenguaje sencillo y que sirva a la ciudadanía como intermediadora y fiscalizadora de las esferas del poder. Firme impulsor de las radios comunitarias, este ex sacerdote de origen cubano no duda en jactarse de su proyecto más ambicioso: Radialistas Apasionadas y Apasionados, la plataforma de elaboración de contenidos radiales más completo de América Latina. Desde el portal www.radialistas.net se ofrecen unos 2.000 clips producidos con distintos contenidos que tocan temas como los derechos humanos, la ecología, género y cultura. Bajo el paraguas de cultura libre, toda esta producción es de libre acceso, descarga y difusión para cualquier radio o persona que así lo desee. Y en una época marcada por la mercantilización y la mediocridad en la producción radiofónica, este trabajo es una bocanada de aire fresco para la comunicación alternativa.
López Vigil fue uno de los invitados a REactiv#s. Nuevos rostros de Cambio en Latinoamérica, donde intercambió reflexiones con jóvenes activistas políticos, culturales y digitales de la región. ¿Su mejor reflexión? “Una cosa que hemos perdido como movimientos sociales es el humor. Le hemos regalado al enemigo el poder de la risa. Debemos recuperar el humor”. 
A continuación, fragmentos de la entrevista que realizamos junto a Diego Gullco.

Cultura Libre y periodismo, ¿pueden dialogar?
La época de los derechos reservados ya pasó. Eso quedó en el milenio pasado. La cultura es un hecho universal. Más aún, no hay ningún producto cultural que surja de la cabeza genial de una persona. No es que alguien se metió al baño y descubrió la música. Todas las músicas son construcciones colectivas. ¿Sacó Gabriel García Márquez de su cabeza iluminada "Cien años de soledad"? No, fueron las negras de Aracataca las que le contaron esas bellas locuras y luego él las procesó. Entonces, ¿quién tiene los derechos de autor? ¿García Márquez o las negras de Aracataca? Todo producto cultural es colectivo y hay que devolverlo al colectivo.
Por su puesto que quien hace una película merece ser retribuido por ello, pero no se puede censurar a quien multiplica esa película con derecho compartido. Sobre los músicos, por ejemplo, no es verdad que ellos vivan del 4% que les da las disqueras; ellos viven de sus conciertos. Lo mismo sucede con los escritores, a no ser que seas un Paulo Coelho. Yo he escrito libros y puedo decir que nunca he vivido -ni siquiera desayunado- de las ventas. Mi producción la subo a la web. Incluso he vendido más libros físicos a partir de la web. 
Hay que ir a un replanteamiento de toda la lógica cultural. Los productos  culturales no pueden ser comparados a un paquete de fideos ni a una lata de cerveza. Cuando tomas una cerveza tomas la mita y el otro toma la otra mitad; pero el producto cultural no se agota, más bien se multiplica cuando lo compartes. Aplicar la lógica mercantil a la cultura no puede ser posible.

¿En esa lógica se mueve Radialistas Apasionados?
Es un proyecto de radio con 12 años. La idea surge porque muchas radios comunitarias en América Latina tienen una programación que no difiere del que ofrecen en las radios comerciales. Hay una debilidad en los contenidos  porque tienen pocos recursos y personal. Antes, era casi imposible intercambiar programas pues suponía multiplicar cassettes, enviar cintas o CD. Pero con el internet esto se facilita al máximo. Entonces aprovechamos el internet para fortalecer el programa de las radios intercambiando contenidos. 
Curiosamente en internet puedes encontrar la música y noticias que tú quieras, pero productos dramatizados, con personajes y con humor, no los encuentras. Llega el Día de la Madre y una emisora quiere presentar algo pero no puede porque no ha producido nada. Así que nosotros nos metimos en ese nicho. Nos pronosticaron un total fracaso porque nos dijeron que la radio es puro música y noticias. Pero comenzamos con una lista de radios pequeñas y ahora hemos crecido bastante. Tenemos una lista de 25 mil usuarios y usuarias entre emisoras, facultades de comunicación, periodistas  u otros que cada día reciben un programa de cinco o seis minutos. Hay muchas emisoras, como las comunitarias, que sacan al aire nuestros contenidos.

Somos un centro de producción de contenidos. Muchos los producimos nosotros otros los recibimos y los intercambiamos. Eso nos llevó a abrir y gestionar una segunda plataforma que se llama Radioteca (www.radioteca.net). Tenemos unos 20 mil audios de distintos formatos y de distintos países. Tanto la producción de Radialistas como de la Radioteca están abiertas, con derechos compartidos; la baja quien quiera y la saca al aire cuando quiera. El objetivo es que haya contenidos con valores alternativos y ciudadanos al alcance de las emisoras o de quién quiera.
(…) La triste realidad es que no tenemos competencia. Con vanidad decimos que somos el centro de producción de contenidos que hemos producido más contenidos.

¿Hay falta de creatividad en la producción radiofónica actual?
Hay un misterio muy grande. En el tiempo analógico, cuando había que cortar con una tijera la cinta para pegarla y se tenía que grabar radioteatro en un solo canal, había mejor producción que ahora. Hoy en día, con la facilidad en todas las etapas de la producción –desde la investigación, el libretaje y la grabación- se produce menos y peor. Esto porque la exagerada cantidad de emisoras hacen que la mayoría tenga personal reducido. Se les va la vida en conseguir cuatro anuncios, poner la música y salir corriendo. Y los creativos migraron a la televisión porque les pagan mejor. Es esto se suma al fetiche de las computadoras. Tenemos productores cómodos que se imaginan que con un software lo van a resolver todo y se olvidan que el primer software lo tienen en la cabeza. Entonces el gran desafío es cómo inyectar la creatividad.
Ahora leen el periódico de la esquina o la leen vía internet y ponen música. Qué tristeza pelear tanto para tener medios alternativos para que luego no sepan qué hacer con el juguete

¿No tiene la sensación que (esta falta de creatividad) pasa también en el audiovisual, el diseño…. Que toda esta gran maravilla digital llega de la mano de una falta de rigor y exigencia?
A nivel escolar es el chico que en la escuela le dicen hágase un paper sobre Inés de la Cruz, va a internet, copia y se acabó el problema. Es esa gran comodidad que te lleva a un gran comodísimo. Pero hay otro fetiche y es que hay más mujeres en las aulas de comunicación. Pero a la mayoría no les interesa la comunicación sino salir en la pantalla para mostrar su lindo rostro y pare de contar. Es una hipnosis de los medios actuales que me llevó a dejar de dar clases en la Universidad, prefiero ir a las radios y estimular a quienes estén directamente vinculados.
Las clases me resultaban frustrantes porque no les interesaba nada. Querían un software para salir bien en la Tv.

¿Comparte la tesis de que vivimos una etapa de mediocridad?
No quiero coincidir porque si coincido comenzaré a perder la esperanza. Pero también es cierto aquel grafiti que dice: “Optimista es aquel a quien le faltan datos”. Entonces, me da terror ser optimista. Creo que hay gente muy buena que irrumpe en el escenario. No creo que en la historia la mayoría haya sido creativa. La palabra mediocre nunca me ha gustado. El problema es que en esos pasillos académicos, en las facultades de comunicación, (a los jóvenes) les dan teoría, paja-paja y teoría. En vez de formarlos los deforman. Hay chicos que son normales antes de entrar y salen hablando con un lenguaje insoportable que ni ellos mismos lo entienden, con un tono aburrido y unas faltas de ganas. No les hacen practicar la comunicación, sino los llenan de teorías comunicológicas, pero nunca los han enfrenado a un micrófono. Eso es desalentador.

¿Cómo ve la polarización de los periodistas en el marco de la coyuntura política?
Es compleja la cosa, la cultura no puede tener un sello propagandístico porque se arruinaría. Si yo  hago un programa de radio orientado  al proselitismo religioso o a la propaganda política, se pierde mucho. Ahora, yo no creo en el arte por el arte ni en la objetividad, sino en el arte en función de la lucha popular. Pero una cosa es pensar el arte y las producciones culturales en función de las mayorías nacionales y, otra, es pensar en función de esta iglesia, de este gobierno. Es muy distinto. 
No creo en ninguna neutralidad artística y cultural, sino que estas están en función de las necesidades de esta sociedad tan desigual y desequilibrada que nos indigna tanto. De aquí que los gobiernos progresistas deberían tener la sensibilidad para convocar a todo lo que sea arte favorable en función de esas luchas populares, independientemente de dónde se encuentra tu corazoncito religioso o tu corazoncito político. 

¿Qué impresión le dejó el encuentro de REactiv#s?
Un sabor bien sabroso. Es un privilegio haber participado de este encuentro con los jóvenes. Te deja una bocanada de aire fresco de esperanza porque vez muchachas y muchachos que realmente están repletos de utopías y de ganas de cambiar cosas. Si lo harán mejor o peor, eso al final da lo mismo. Lo importante es que tienen pasión. Y lo que nos falta en esta sociedad tan mercantilizada y descafeinada es gente con pasión, gente que ame lo que hace, que sufra, que le duela, que tenga entrañas. Esa pasión uno no la encuentra tan a menudo como quisiera. Tal vez por eso nosotros nos bautizamos con ese nombre un poco largo y extraño de Radialistas Apasionadas y Apasionados. 

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