jueves, mayo 2

HAGAMOS EL AMOR NO EL PORNO

La pornografía está convirtiendo al buen amante en un bicho raro en peligro de extinción. Suena apocalíptico y lo es. Porque en un par de décadas más los cánones circenses característicos de la industria pornográfica podrían terminar por imponer el "hard core sex" como práctica común y aceptada entre los jóvenes a la hora de encarar el sexo. Antes de argumentar, algunos datos: 
  • El 70% de los hombres de entre 18 a 24 años visitan mensualmente sitios pornográficos en la red. 
  • Hombres de entre 10 y 40 años invierten de dos a 12 horas a la semana a mirar pornografía en internet. El 20% lo hace en horas de trabajo. 
  • 11 es el promedio de edad de adolescentes que ingresan por primera vez a una página porno.
  • Cada segundo 20 mil internautas se conectan a un sitio de pornografía. Una gran mayoría de ellos de entre 12 a 17 años.

¿Qué tiene que ver esto con el exterminio de los buenos amantes? Pues mucho. Resulta que la pornografía en internet se está convirtiendo para las nuevas generaciones en un referente "educativo" sobre las "buenas prácticas" del sexo. Millones crecen creyendo que para ser "bueno en la cama" es necesario desplegar las acrobáticas y frías prácticas de "sexo duro" de los actores porno.  Y eso simplemente no es verdad. No es real, por ejemplo, que todas las mujeres amen que su pareja eyacule en su cara, tal y como sucede en los videos porno. Tampoco es cierto que a todas les apasione que les metan objetos extraños en la vagina. Y, sabes, es más excitante durante el encuentro piel con piel escuchar un "te quiero" en el oído que el consabido grito de guerra del porno: "¡Fuck me harder, babe!".

Y no piensen que me estoy vistiendo en moralinas. Para nada. Puedo disfrutar de un buen porno, de esas películas bañadas en erotismo y con argumento que invitan a fantasear pero que, poco a poco, están desapareciendo para dar paso a los mini-clips enmarcados en la rapidez, violencia y sin sabor de la era "fast food". 


Mi primera incursión en un cine porno fue reveladora y compartida con un grupo de compañeros y compañeras del colegio Adventista. Eran los últimos pataleos del Cine Miraflores, antes de ser tomado por alguna congregación cristiana. Nos habíamos escapado del colegio para infiltrarnos a la sala. Y allí estábamos, un grupo de pubertos que, en su gran mayoría, nunca habíamos tenido un encuentro sexual como únicos espectadores del "pecadillo". Me sudaban las manos. A mi lado la chica más deseada del colegio. Estaba por "romper el hielo" compartiendo mis pipocas cuando, de pronto y sin rodeos, la pantalla de la sala se llenó de un kilométrico pene que entraba y salía velozmente de la vagina de una muchacha que, por la pose, más que actriz porno parecía una acróbata de algún circo asiático. Al ritmo de un saxo, el hombre del jumbo-pene zarandeaba de un lado a otro a la actriz: le estiraba las piernas cual plastilinas fueran, le apretaba el cuello, le jalaba de los cabellos, le golpeaba con fuerza las nalgas y los senos... "¿No le dolerá?", fue el único comentario que me lanzó durante toda la proyección mi compañera de butaca. No respondí nada para no desenmascarar mi total ignorancia sobre el tema. Además, aquella acróbata del sexo realmente parecía estar disfrutando esa sesión. Pero el porno miente. Lo supe años después cuando intentando copiar alguna de las tecniquitas sadmasoquistas del cine porno me tocó morder el polvo. 

Luego descubrí que el encuentro íntimo entre una pareja no puede ser mecanizado ni idealizado bajo los estándares de la industria porno. Que es mejor acariciar que buscar convertir a tu pareja en un puño de plastilina. En definitiva de lo que
se trata es de disfrutar el uno del otro, respetando y aceptando el hecho de que cada uno tiene distintos ritmos y distintos placeres. Aprendiendo que el sexo no se reduce a los genitales y que la etapa previa a la penetración puede ser incluso más enriquecedora. Sabes, para disfrutar del sexo no es necesario contar con un pene jumbo, tetas XL o de la última edición app actualizada del Kamasutra; tampoco se trata de buscar "durar" 40 minutos en el mete y saque ni menos de permitir que en el nombre del "buen sexo" se te obliguen a hacer cosas que no apeteces. Ese debe ser el límite. Porque el sexo es la mayor manifestación de entrega del ser humano. No hay actividad humana que se le compare. Y claro que está bien experimentar y buscar en el porno para explorar nuevas opciones para romper monotonías. Pero es fundamental tener en claro que no todo lo que se ve en la pantalla necesariamente aplica para uno ni para tu pareja. 

Así lo entendió Cindy Gallop una empresaria norteamericana de 50 años que se cansó de tener sexo con jóvenes y ver como se repetían mucho de los patrones en cada encuentro. Todos sus amantes intentaban realizar los movimientos y actos que veían en las películas, pero no todas las mujeres quieren tener sexo así.

Por esto decidió crear MakeLoveNotPorn un sitio web donde mujeres y hombres cuentan sus más fogosas historias sobre hacer el amor, con detalles y estilos más bien naturales. Ahora Cindy ha comprado el mismo dominio pero .tv donde los usuarios suben videos caseros en los que según ella aparecen “personas reales teniendo lo que podría ser llamado sexo no-actuado”.

Vaya entonces la invitación para que hoy intentes hacer el amor y no el porno. Aquí una serie de consejos para que los practiques en pareja: http://www.radialistas.net/temas.php?pagina=2&id=803

No hay comentarios: