Percy Fernández es nuestro monstruo; tuyo, mío, de todos. Muy fácil nos ha resultado estos días despotricar en siete idiomas en contra de las prácticas cavernarias de este tipejo, pedir su cabeza y clamar por su flagelación pública. Bien, pero ningunx ha sido capaz de ir más allá, analizar los “porqués” y reconocer que somos nosotros los que alimentamos al monstruo. Hombres y mujeres, por igual, tenemos nuestra cuota de responsabilidad sobre los Percys que andan sueltos por allí. Aún más, cotidianamente replicamos, celebramos y silenciamos prácticas que violentan a la mujer. Pero, claro, de eso nadie habla.
Nadie recuerda que no es necesario andar por la vida metiendo mano para ser un violentador. Basta con que, por ejemplo, hagas click a ese link que promete “Las nalgas más carnosas de la semana” para que condenes a la mujer a ser una cosa en tu vida, que la encasilles en tu imaginario como mero objeto sexual. Basta con que te prestes como mujer a ese juego perverso, curveando las caderas cual contorsionistas para compartir la foto en estos sitios que te cosifican. ¿Es que acaso no estás reproduciendo las prácticas machistas que te exigen moldear tu cuerpo a los estándares que dictan los deseos del varón?
Porque no es necesario que uno pague los 600 bolivianos que exigen los proxenetas por una niña virgen para ser un violentador. Basta con que nos hagamos a los locos con las prácticas culturales en el oriente boliviano que toleran que niñas de 14 y 15 años anden de pareja con hombres que les triplican la edad, sólo por la creencia que su cuerpo desarrollado legitima su maduración sexual. Basta con mantener silencio ante prácticas criollamente camufladas bajo “usos y costumbres” en el área rural de Potosí, que socapan a los padres que violan a sus hijas adolescentes con el pretexto de que deben prepararlas para su futura vida en pareja. Basta con que no te indignes al saber que siete de cada 10 mujeres bolivianas sufren violencia sexual y física.
Porque no es necesario que muelas a palos a tu pareja para ser un agresor. Basta con que, creyéndola de tu propiedad, te dediques a controlar cada paso que da, cada llamada que hace, cada suspiro que lanza. Basta que como mujer calles la violencia o la justifiques apuntando a la víctima como posible responsable. Basta con que no te duela que Bolivia esté en el primer lugar de 13 países en Latinoamérica en violencia contra las mujeres.
Sí, Percy es nuestro monstruo; el tuyo, el mío, el de todos.
2 comentarios:
Buenísimo y en el clavo... Faltó añadir el papel del marido en el tema, profundizando más las causas, como si la mujer fuera una menor de edad que tiene que ser protegida.
Disculpame pero la via tienes dos carriles y tambien hay uno de vuelta, obvio que a los hombres no nos gusta hablar de ese y es el hecho que las mujeres tambien nos cosifican, he podido ver mas de un grupo de whatsapp de pura mujeres donde no faltan las fotos de los modelos con poca o ninguna ropa, asi que por favor el Percy tambien tiene faldas solo que las oculta un poco mejor.
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