lunes, mayo 31

LOS VIOLINES BAILAN MORENADAS

Chass...”, suena el platillo.
“Trraack...”, responde la matraca.
“¡Salud, Gran Poder!”, gritan los músicos.
No, no estamos en las graderías de la Av. Buenos Aires disfrutando la entrada de la fiesta mayor de los Andes. Nos hallamos sentados en las butacas del Centro Sinfónico Nacional.
Sobre el escenario, un pequeño ejército de hombres y mujeres —ataviados de smoking y vestidos de gala y armados con violines, oboes y fagots, entre otros— interpreta las melodías populares y las sonoridades que nutren la festividad paceña del Gran Poder.
Pero aquí no hacen faltan los danzarines que cada año pintan con su colorido las arterias de La Paz; los instrumentos de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) los reemplazan, adoptan sus formas, bailotean al compás de la festiva música e invitan al espectador a recorrer las rutas que marcan los bailarines.
Allí están los achachis de la morenada, representados por corpulentos chelos que se mueven cansinos al son de la tuba. Y la incomparable sensualidad de las figuras que engalanan esta danza se hace presente a través del cadencioso susurro de los violines. Impulsado por sus intérpretes, su danzar es celebrado esporádicamente por un pito. ¿Será un barita que, a la distancia, intenta controlar el tráfico? ¿Quizá un espectador enamorado que intenta llamar la atención de la danzante? Sólo el compositor de esta obra, Javier Parrado, podría resolver la incógnita.
Pero, mimetizado entre el público, está en silencio, guardando el secreto para dejar que la imaginación de los oyentes vuele a nuevos niveles con su Alegres prestes, obra con aires de morenada y toque sinfónico.
“Es una exploración de todas las sonoridades que ocurren cuando uno está sentado en la calle disfrutando de la entrada del Gran Poder. Son sonidos, como el del pito, que se van acoplando a la música de las bandas”, explicará posteriormente.
Esas sonoridades a las que el músico se refiere adquieren aires contemporáneos en su adaptación orquestal. Este trabajo fue realizado por Parrado junto al arreglista potosino Willy Pozadas. Este último dirigió esta semana en el Centro Sinfónico los conciertos del programa Por el Señor del Gran Poder, homenaje a esta festividad que incluyó el estreno de Alegres prestes.
La resonancia de los bajos son los que golpean los oídos. Poco a poco los danzarines instrumentos entran en un éxtasis sonoro. Parece un caos, pero, paradójicamente, hay un sonido ordenado. Y el espectador responde: ya con el vaivén de la cabeza, ya zapateando tímidamente en el piso. Ahora, con las palmas. Esta morenada sinfónica ha culminado.
Este oficio de juntar sonoridades es un vicio incurable para Parrado y Pozadas, que juntos llevan adelante el proyecto Uyaricuna/Ist’asiñani, nos escucharemos. Hace tres años fue el turno de la música autóctona. “Más que plasmar las melodías en la partitura, lo difícil es captar su esencia... Es como aprender a hablar un idioma distinto. Es hora de que los músicos bolivianos aprendamos a tocar nuestra música. Uno cree conocer lo que es una morenada, pero en realidad nuestra mirada es superficial”, expresa Parrado.
Y a ese aprendizaje se sumaron los asistentes a los dos conciertos realizados en la sede de la Sinfónica, donde también estuvieron presentes melodías del área rural como italaques, julajulas y chirihuanos. Y de seguro, sus sonidos, redescubiertos en la partitura orquestal, permanecerán en la mente de los espectadores que asistieron a las “graderías” de la Ayacucho.
Texto: Javier Badani, publicado en Tendencias
Foto: Miguel Carrasco (La Razón)

miércoles, mayo 26

"COMPAÑEROS SOLDADOS, ¿QUÉ QUEREMOS?"

Es verdad que son muy pocas las cosas que suceden en Bolivia que llegan a sorprender a sus habitantes. Nuestro país es, en esencia, un lienzo surrealista en constante evolución. Sin embargo, el Ejército acaba de superar de lejos todo lo visto anteriormente: a una parte de sus oficiales no se les ocurrió una mejor manera de protestar en contra de la Alcaldía que la de salir de su cuartel —armados como si una guerra les convocara— para sabotear la construcción de una obra civil de beneficio municipal. Bloquean, cual si de movimientos sociales se trataran, a unos pasos de la propia Casa Presidencial. Los soldados impidieron el martes el reinicio de la construcción de uno de los puentes trillizos y casi se enfrentan a los obreros. Alegan el incumplimiento de acuerdos por parte de la Alcaldía, referida a la construcción de aulas de beneficio militar. Puede que así sea, pero ¿dónde se ha visto que los soldados salgan a las calles con el sólo propósito de interferir, armados, la ejecución de una obra? ¿En qué quedó la consigna militar de "Subordinación y constancia"? ¿El "Patria o muerte" impuesto por el Presidente ha dado paso al de "Aulas o muerte"?
¿O será que el Ministerio de Defensa es un instrumento de venganza masista por la derrota electoral de la candidata oficialista en las últimas elecciones a la Alcaldía paceña? (Si es así, lo que te espera Revilla; alistate nomas papito).
No se sorprenda estimado lector de ver en los próximos días a los militares con sus casquitos relucientes marchando con carteles por la Av. Arce, armados de consignas reservadas a los trabajadores izquierdistas que otrora reprimieron y gritando: "Compañeros soldados, ¿qué queremos? ¡Aulas, carajo!"

lunes, mayo 24

UNA CHOLA Y SU GRINGO LE CANTAN AL MESTIZAJE

Melodías de huayños y de blues, de chuntunquis y de country. Ese eclecticismo musical se funde cada vez que un sureño estadounidense, una chola cochabambina y un charanguista paceño suben al escenario. Son Richard Jack Herranen, Marisol Díaz y Fernando Patzi, una amalgama muy particular que, desde Cochabamba, busca hacer de la interculturalidad musical una bandera artística.
Su última presentación la realizaron la anterior semana en el Cine Teatro 6 de Agosto, en La Paz. Fueron invitados para compartir el escenario con los integrantes de la banda de rock urbano Atajo, que ofreció en este lugar el show “Acustik’asi”.
La propuesta musical y escénica y, en especial, la potente voz de Díaz, no pasaron para nada desapercibidas para el público que participó en los conciertos. El trío no tiene nombre todavía, pero ya ha ensayado una denominación para su estilo artístico: kumana, una traslación de la expresión aymara kumunta (amontonado).
“Kumunta se utiliza generalmente en el altiplano. Se dice así cuando las cholas llegan a las fiestas con aguayos que están cargados de una variedad de objetos distintos en su interior. Es un cúmulo de elementos que no tienen conexión entre sí, pero que conforman un todo. Eso somos, una mezcla”, explica Herranen, que llegó a Bolivia a finales de los años 90. Ataviado con un sombrero Stetson (tipo tejano), jeans ajustados y abarcas, este originario de Cleveland, Tennessee, lidera esta inédita agrupación.
Se pensaría que el folklore de los pueblos andinos y los ritmos tradicionales de los habitantes del sur estadounidense no tienen mucho en común. Pero sólo basta con presenciar uno de los conciertos de Herranen, Díaz y Patzi para desbaratar aquella primera impresión. “El blues del Sur de EEUU es como el huayño andino. Ése es nuestro terreno en común”, dice.
Una chichería cochabambina fue el escenario donde nació la idea de iniciar el proyecto. Acompañados por la bebida de maíz, los tres artistas intercambiaron experiencias, cantaron juntos y concluyeron que debían compartir su música con los demás.
“Yo provengo de una zona de minas de carbón de Estados Unidos, al igual que Marisol viene de un área minera de Cochabamba. Y los tres (con Fernando Patzi) compartimos el amor por las montañas que nos acompañaron al nacer; a ellos, las de los Andes y a mí, las de los Apalaches del sur”, manifiesta Herranen, que a sus 42 años radica en el área rural cochabambina.
Don Ricardo, como llaman al músico sus vecinos, se nutrió en su país de literatura latinoamericana. Los poemas de Pablo Neruda y las reflexiones de Eduardo Galeano abrieron su curiosidad por conocer el mundo hispano.
Llegó a La Paz con su guitarra y música country. “Descubrí que los problemas sociales en mi país y en Bolivia son similares, igual que la forma de expresar la lucha de los obreros a través del arte”.

Marisol Díaz a revalorizar la vestimenta de la mujer de pollera cochabambina, traje que la cantante comienza a vestir ahora, a sus 40 años. Lo hace frente al público en las presentaciones “donde un gringo una quechua y un aymara dan un ejemplo de diversidad”, señala esta mujer que nació en el centro minero Cami, ubicado en Independencia.
“Mi padre murió trabajando en las minas. Mi vida allí me marcó para siempre y por eso nunca niego que soy hija de una chola y de un minero. Yo me siento orgullosa de ello. El uso de las polleras es una elección intencional. No quiero vestir en el escenario ropa autóctona, a pesar que rescatamos también esta música. Quiero reivindicar la vestimenta de la chola cochala, que es un reflejo del mestizaje”.
Díaz desarrolló su talento vocal de forma empírica. “No tengo escuela, desarrollé mi pasión por el canto por cuenta propia.
En las canciones interpretadas por el trío se puede distinguir el uso en las líricas del inglés, el quechua y el aymara. “Es una mezcla muy interesante, ‘bluseamos’ huayños, por ejemplo. Él (Herranen) aporta el chile típico norteamericano y nosotros le ponemos la llajuita y el chuñito”, expresa Díaz, a quien se la puede apreciar sobre el escenario realizando un zapateo.El repertorio incluye temas tradicionales del sur de Estados Unidos y, también, de Bolivia.
Para el compositor estadounidense, la clave está en superar las barreras de la mente. “nosotros nos relajamos a la hora de afrontar un tema. Y así cruzamos las fronteras mentales. La música siempre es subversiva tiene la posibilidad de romper las fronteras que nosotros mismos creamos”.
Texto: Javier Badani, publicado en Tendencias.
Foto: Fernando Cartagena

miércoles, mayo 19

UN RAP PARA ABRAHAM


Ni la muerte nos separa/nuestro amor firme/en la batalla/unidos por la revolución/juntos vamos en el camino/Ukamau y Ké/Nina Uma/una fusión para la revolución... La voz de Elena Aliaga (Nina Uma) se amplifica cuando rapea la letra que escribió para Abraham Bohorquez y que plasmará en su primer disco.
Así, con música, los compañeros de Bohorquez recuerdan el primer aniversario de la muerte del que fue líder de la agrupación alteña Ukamau y ké (Así es y qué) e impulsor del rap aymara. El cuerpo del artista —la figura más descollante de la escena hiphopera nacional— fue hallado en la morgue el 20 de mayo de 2009.
Bohorquez, de 28 años, dejó entonces siete temas inéditos que estaba pronto a lanzar al mercado. Este viernes 21 de mayo, a las 19.00, la Casa de las Culturas Wayna Tambo presentará este álbum como un homenaje al cantante paceño.
Aymara quechua sartasiwa/chamampi chamampi jutaskiwa. Ama waqaychu/ ama llakispay/jaku jaku tukuy/yawar masiy kuna. (Aymaras y quechuas se levantan/con fuerza/con fuerza están viniendo/No llores/no estés triste/Vengan/vengan todos mis hermanos de sangre). Los integrantes del grupo Wayna Rap rimaban el jueves su nueva canción en idioma quechua en el patio de la Universidad Pública de El Alto (UPEA). A comienzos del 2000, este colectivo reunió a grupos hiphoperos emergentes alteños como Santo Desmadre, Raza Clandestina y Ukamau y ké. Este último grupo, conformado por Abraham Bohorquez y Ronald Bautista (Llajuas), se apropió de una idea: revalorizar, a través de su música rap, la identidad indígena de los jóvenes que habitan en esta ciudad, la mayoría hijos de migrantes de origen aymara y quechua. Lo hicieron cantando sobre temáticas sociales que les afectaban en su cotidiano vivir y revalorizando el lenguaje de sus ancestros.

Grover Canaviri (27), Rolando Cazas (24) y Eber Quisbert (24) conforman actualmente Wayna Rap y mantienen vivo ese trabajo con el proyecto Khana aru imanthata (La voz clara oculta del hip hop). “Buscamos que mediante los talleres que brindamos los jóvenes de los distintos distritos de El Alto se sientan orgullosos de sus raíces, que no se sientan avergonzados de tener una madre de pollera ni de sus orígenes”, señala Cazas.
Los talleres son realizados a jóvenes desde los 12 años. “Han surgido varios grupos de raperos que tocan la temática social. Y en eso hay que reconocer que Bohorquez supo abrir puertas, tuvo la cualidad de visibilizar su trabajo y, así, visibilizar también la obra de los artistas de esta ciudad”, reflexiona Canaviri.
El 2006, Bohorquez cantaba: Qué ondas/qué putas/somos hijos de cholas/rompiendo el esquema de este monstruo sistema. Luego explicaba: “La música tiene un gran poder. Entonces, usemos ese poder para dar mensajes, para expresar nuestra realidad y para hacer reflexionar a nuestra gente”. Ese poder de la voz y la música es actualmente usado por nuevas voces alteñas.

Mujer boliviana/levanta en alto la cabeza/di que eres una mujer trabajadora/orgullosa de tu lengua/¡Sí!, ¡sí!/Mujer aymara/quechua/tupi guaraní... Blanca y Reina cantan. Las jóvenes conforman Lírica Perfecta, una de las nuevas agrupaciones de rap de El Alto que encuentran en plazas y calles el espacio para difundir sus mensajes y su arte.
“Antes, los raperos, a comienzos de los años 2000, escuchaban sólo música de este género que provenía de México y de otros países y adoptaban esa jerga y esa forma de vestir. Eso cambió de a poco con la llegada de los talleres en Wayna Tambo y la conformación de Wayna Rap. Pronto descubrimos que podíamos utilizar el hip hop para mirarnos y para criticar al sistema”, rememora Cazas.
La denominada guerra del gas desencadenó este movimiento. “Los acontecimientos del 2003 bautizaron a Abraham —quien participó activamente de las movilizaciones—, porque antes también él componía canciones con letras como ‘oye mamita’. Lo que pasa es que antes del año 2003 la mayoría de los hiphoperos alteños estaban en la onda ganster característica de músicos de otros países. Le cantaban al sexo o al amor. Dentro de estas movidas, Abraham comenzó, de a poco, a cambiar los esquemas y a proponer temáticas mucho más sociales”, manifiesta Nina Uma, quien fue la pareja de Bohorquez.
Fundamental en ese cami
no del inquieto músico fue Alfonso Aramayo (Alfonseka), del grupo Marraqueta Blindada. Fue este artista quien el 2004 comenzó los talleres de hip hop en Wayna Tambo. “Mi mejor tallerista sin duda fue él. Abraham acababa de llegar de Brasil y quería rimar en ‘portuñol’ (una mezcla entre portugués y español). Yo le dije que el proyecto consistía en hacer rap con raíces aymaras. Me comentó que en las favelas (brasileñas) existe mucha ira y ganas de matar. Lamentablemente, en El Alto las cosas, al parecer, son igual que en las ciudades de Río de Janeiro o Sao Paulo. Y al parecer algunos carajos cobraron la vida de mi mejor tallerista hasta la fecha”.
Para Alfonseka, “Bohorquez es ahora una leyenda del rap mundial y, como él, nunca más en muchos años a lo menos”.
Aramayo es crítico con la imagen que se forma en torno al desaparecido hiphopero alteño. “No pasó ni pasará nada después de él (en la escena del rap alteño), porque Abraham estuvo en el lugar y en el momento perfecto. Qué más da si hay rap en ruso, turco, italiano, chino... Es un simple etnicismo y eso es fundamentalismo; yo sólo quería que en mi taller nos reconociéramos aymaras y no como chicanos ni como ‘vatos locos’ como ellos se creían, medio mexicanos. (...) Qué mejor separar a Abraham de ese slogan de rap en aymara y empezar a valorar al artista por su obra y no por su raza”, expresa el artista.
Sin embargo, la influencia de Bohorquez está presente en los compositores alteños del hip hop. “Octubre negro marcó mi vida. Desde entonces, me inspiro en lo que vive la gente y lo plasmo en mis letras. Comencé escuchando a Abraham en su programa de radio y su aporte está presente en lo que escribo”, señala Eber Quisbert (24). Y así lo demuestra ante la grabadora con una rima en aymara: Jichhapi jichhanix/aka jachauru taginitaki purininix/pachakutix/Achachilanakan sankapa/phugañataki achachilakan/uraqipa sarnaqañataki/jayllinataki taqpacha machak thayanata. (Ahora es cuando/el gran día ha llegado para todos/pachakutiy/Para cumplir el sueño de nuestros abuelos/Para caminar por la tierra de nuestros abuelos/para cantar/cantar todos juntos/vientos nuevos).

Texto Javier Badani, publicado en Tendencias. Fotos: 1. Abrahem Bohorquez (archivo La Razón), 2. Wayna Rap (J.B.). 3. Nina Uma (J.B)

lunes, mayo 17

VIDEOJUEGOS A LA BOLIVIANA


Edgardo es un felino muy particular. Saltando de asteroide en asteroide, anda salvando a distraídos ratones de la inmensidad del universo. Ésa es la trama de El gato galáctico, uno de los siete videojuegos creados por el boliviano Gunnar Miguez Lazcano.
Este psicólogo de profesión lleva varios años desarrollando juegos en formato 2D para su uso en computadoras. Lo hace utilizando los sistemas más artesanales que existen actualmente en el mercado de este género. Sin embargo, ahora apunta a alcanzar la calidad 3D con su proyecto más ambicioso, La Chullpa. Ambientado en los años 40, durante la II Guerra Mundial, este shooter (donde el protagonista se abre paso a base de disparos) contará con escenarios gráficos tiwanakotas.
Claro, crear un videojuego no es cosa de niños. Se requiere de una gran inversión económica y de un equipo multidisciplinario que incluye dibujantes, guionistas y expertos en historia. Además de programadores de redes, de diseño y de escenarios. “Ahora, la creación de videojuegos es similar a la producción de una película. Se requiere de varios profesionales. Uno solo no lo podría hacer”, señala Miguez.
Como este emprendedor autodidacta, existen decenas en Bolivia, quienes desarrollan juegos de naves, laberinto y rol. “Hay trabajos, pero experimentales. La mayoría no están concluidos completamente”, dice.
Para fomentar la creación de videojuegos en el país, Miguez ha juntado su talento con el programador Gabriel Lazcano Balanza, con el objetivo de realizar talleres de introducción a la invención de obras de este género. El primero se inició esta semana.
Con un cupo de seis personas, el curso de Invipsion tendrá una duración de dos semanas. Los alumnos aprenden en el taller lo básico de la creación de mundos 2D, de objetos y personajes y de la animación de escenas. No obstante, lo más importante para Miguez es el plantar la semilla de una comunidad boliviana de inventores de juegos.
ORIGEN. La industria de los videojuegos surgió con fuerza en Estados Unidos, Europa y Australia con la llegada del Pong, creada por Nolan Bushnell para la primera generación de videoconsolas Hatari. Esta empresa fue fundada en 1972 por este programador y Ted Dabney. Basado en el deporte de tenis de mesa, Pong es considerado el primer videojuego moderno y antecesor de las consolas actuales, ya que fue el pionero en la comercialización a nivel masivo.
Actualmente, la industria ya se encuentra en su séptima generación, con consolas como ser Wii, Xbox 360, PlayStation 3, Nintendo DS y Zeebo.
“Hay un mercado en constante crecimiento para los videojuegos del cual no podemos estar ausentes. No sólo en el ámbito del entretenimiento puro, sino también de la educación. Tenemos la capacidad de crear interesantes productos desde Bolivia que se pueden ofertar desde internet”, manifiesta Gabriel Lazcano.
En esa línea, los alumnos del taller tendrán la posibilidad de subir sus artesanales creaciones para ofertarlas a módicos precios desde la página de la consultora Invipsion. “El taller prevé un entorno simple que permite al principiante construir juegos, usando el Game Maker, que maneja un sistema de eventos basado en íconos y técnicas visuales de arrastrar y soltar que fácilmente le permitirán crear juegos completos sin el uso de los tradicionales y complejos lenguajes de programación”, acota el profesional.
El curso tiene como base los siete videojuegos que fueron creados por Gunnar Miguez. Estas obras fueron desarrolladas a través del programa Game Maker, el mismo que puede ser descargado gratuitamente desde la red internet.
“Hace unos 10 años era impensable que alguien, de forma empírica, haga juegos. Lo básico era saber programación. Sin embargo, actualmente existen en el mercado una infinidad de programas que permiten hacerlo en plataforma 2D”, asegura Miguez, mientras carga en su computadora el videojuego Intrépido. Aventura Submarina.
Se trata de un submarino atómico que navega en el Pacífico al mando del capitán Rico. El rescate de una nave averiada, enfrentará a la tripulación a pulpos fosforescentes que se estrellarán contra su casco.

viernes, mayo 14

SUSPENDEN AL JUEZ ESPAÑOL GARZÓN

Su delito: investigar los crímenes del franquismo. El magistrado quedó apartado de su labor como juez por la causa que inició para develar uno de los episodios más negros de la historia española. Las injusticias de la Justicia, igualito nomás: ya en el primer mundo ya en el tercer mundo.

REACCIONES

Venganza y vergüenza
JUAN CRUZ
http://blogs.elpais.com/juan_cruz/2010/05/venganza-y-verg%C3%BCenza.html
Dirán lo que quieran de la suspensión de Garzón como juez de la Audiencia Nacional, que acaba de conocerse. Pero apesta a venganza y produce vergüenza; el Consejo General del Poder Judicial, dividido ante el asunto, ha tomado la peor de las decisiones posibles, la que pone en tela de juicio la propia justicia y añade desconfianza a aquellos que creyeron que en esta instancia no iba a ponerse en evidencia la arbitrariedad. Garzón es un juez importante, que ha tenido en sus manos delitos gravísimos; ha querido investigar, según la ley de Memoria Histórica, sobre las atrocidades de la dictadura, y el diente lento de una justicia ahora bajo sospecha lo ha mordido insistentemente, hasta esta decisión vergonzosa de este mediodía. Hoy es un día extraordinariamente gris para la naturaleza de la democracia y para la vitalidad de las instituciones judiciales, que se echan encima un tremendo baldón. Un día malo.

El hechizo español
BASILIO BALTASAR
http://www.elboomeran.com/blog-post/3/8985/basilio-baltasar/el-hechizo-espanol/
El encarnizamiento concitado por Garzón nos ayuda a comprender el hechizo en el que hemos estado viviendo. Que una querella de Falange Española sea admitida a trámite por el magistrado que fundó Jueces para la Democracia debe ser un motivo de sorpresa entre los más crédulos entusiastas de nuestra joven democracia. ¿Cómo se produjo una alianza tan desconcertante?

La persecución desenvuelta por el poder judicial con desparpajo, ejecutada sin temor a la reprobación pública, exenta del pudor que nos impone la cultura democrática, sorda a la escandalizada protesta de la inteligencia europea, llevada a cabo como si de una venganza se tratara... ¿de dónde procede?

Los que anhelan la rápida inhabilitación del juez Garzón consideran inaceptable que se haya atrevido a cometer una transgresión sacrílega: desenterrar a los fusilados de la Guerra Civil. Que una tarea que pertenece de oficio al juez de turno -identificar los restos mortales de un desconocido- se considere un agravio contra los pactos de la Transición, nos da una idea de lo que algunos creyeron haber pactado.

Con su desorbitado celo, los enemigos de Garzón, desde Falange hasta la izquierda, desde la política hasta la magistratura, renuevan el aborrecible tufo de la maldita Guerra de España y dejan en las espaldas de la próxima generación la tarea de cancelar de una vez la penosa herencia nacional.

miércoles, mayo 12

"Cambia, nada cambia..."

Cosa curiosa como la historia se repite. No importa que los protagonistas sean de derecha o de izquierda, al final todo sigue igual. ¿Ejemplos? Sobran.
"¡Gobierno asesino!" "¡Gobierno hambreador!" Los trabajadores han venido denunciando estos extremos en sus movilizaciones contra la administración de Hugo Banzer, la de Gonzalo Sánchez de Lozada y, ahora, la de Evo Morales. ¿La respuesta del poder? Pues la misma: "Se trata de pequeños grupos con intensiones políticas que quieren desestabilizar al Gobierno". Increíble, pero esta frase, con pequeños matices, salió tanto de los labios de los ministros de Gobierno de la derecha —"retrograda", como la califican los actuales inquilinos del Palacio— como de la izquierda. Lo dijeron Guillermo Fortún, cuando Evo Morales bloqueaba el Chapare los primeros años del 2000; Carlos Sánchez Berzaín, cuando los campesinos bloqueaban el altiplano en 2003, y hoy lo repite Sacha Llorenti, al descalificar el bloqueo de Caranavi por una planta de cítricos y el paro de la COB exigiendo que se incremente el ridículo 5% propuesto por Evo para el aumento salarial.
Curioso como Llorenti, que antes defendía los derechos de los sectores sociales desde la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, ahora se olvide de sus apostolados. "Los muertos en Caranavi no fueron provocados por la Policía". "La Policía no usó armas de fuego en el desbloqueo". "Los bloqueadores estaban armados". Puta, lo mismo que dice Llorenti ya fue dicho por Fortún cuando cayeron los primeros cocaleros en el Chapare, lo señaló Sánchez Berzaín, cuando murieron campesinos en Warisata. Qué paradoja, ¿no?
Y es que al final, como decía un político gringo, la única diferencia entre un gobierno de derecha y otro de izquierda es que el de derecha te roba el bolsillo derecho y el de izquierda, el bolsillo zurdo.

domingo, mayo 2

COCA BOLIVIANA EN BERLÍN

Simón Bolívar no puede ingresar a Alemania. En realidad, se trata del retrato del Libertador que fue elaborado por Gastón Ugalde, en base a hojas de coca. El verdusco cuadro está vetado en este país debido a la prohibición que existe en contra de la milenaria planta andina en los estados del Viejo Continente.
Al artista paceño no le quedó más que poner en práctica su viveza criolla para poder ser parte de la exposición Die koka-Pflanze in der kunst (La mata que no mata. La coca en el arte), organizada por la Galería Siguaraya, en Berlín.
Ugalde machacó hojas y plantas de coca hasta que de ellas sólo quedó su polvo y su resina. Con este material, el artista visual dio vida a una instalación que utiliza un par de textiles andinos como lienzos. Sobre ellos se puede apreciar la figura de una hoja de coca, desarrollada con los corpúsculos, y el rostro de una anciana, elaborada con el pigmento.
“Aquí (en Alemania) está totalmente prohibida (la hoja de coca). Hay fantasmas alrededor de esta planta; así que no se podía traer aquí los característicos cuadros que hace Ugalde con la coca. Él se ingenió la historia de otra manera para no romper del todo con las leyes germanas”, dijo a La Razón Alejandro Villalón, curador de la muestra y dueño de la galería.
La exposición —que se inauguró el 16 de abril y que se mantendrá abierta en la capital alemana hasta el 15 de mayo— reúne a siete artistas que representan a Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. La muestra busca desestigmatizar y reivindicar la planta andina bajo la premisa de que “la coca no es cocaína”. Esta frase fue acuñada por Jaime Paz Zamora, cuando ejerció, en los años 90, la presidencia de Bolivia.
Villalón, ex diplomático cubano, organizó la exhibición artística después de leer el artículo La mata no mata, del periodista colombiano Rodrigo Restrepo. El reportaje da cuenta sobre la creciente utilización, por parte de los artistas de su país, de la hoja de coca como un elemento en su obra.
“Me llamó la atención cómo esta planta es utilizada como soporte para expresar una idea. Comencé a indagar por internet para conocer ese mundo totalmente desconocido para mí. Encontré que esta tendencia no es única de Colombia, sino de varios países latinoamericanos. Los peruanos la utilizan más para expresar y representar las tradiciones andinas. Mientras que los colombianos usan más lo conceptual. Son más críticos sobre la relación de la sociedad con la coca”, manifestó el galerista vía teléfono desde Berlín.Fue a través de internet que contactó a Gastón Ugalde —el único boliviano—, Héctor Acevedo, Vidal Bedoya, Wilson Díaz, Aymara Falcón, Lucía Falconi, Edison Quiñones, Belinda Tami y Marcelo Verástegui.
Villalón destaca el trabajo de este último, Hojas de coca procesada, donde el colombiano hace un simulacro de contrabando. Verástegui sustituyó la ilegal cocaína con fotografías de plantas en el interior de los empaques utilizados para el tráfico de drogas. La coca fue fotografiada en segmentos con los que luego se puede reconstruir un arbusto como si fuera un rompecabezas. “Hace paquetes de 125 gramos con 38 postales. Las personas pueden comprarlos y enviarlos a sus amigos o familiares. Así se va creando ‘redes de narcotráfico cultural’”.El también colombiano Edison Quiñones hace una crítica del uso de la cocaína por parte del hombre blanco.
Muñecos de cera con claros rasgos occidentales se hunden en montañas de cocaína en escamas. Las fotografías, de fuertes colores, aluden a la alucinación y decadencia que provoca su consumo, según la nota publicada por la Deutsche Welle.
Villalón adelantó que la muestra llegará a otras ciudades alemanas y a América.
Publicado en el suplemento Tendencias de la Razón