viernes, enero 7

Marcelo, escritor desde los tres años

Marcelo, en su escuela en San Ignacio
A los dos años, este cruceño comenzó a leer. Y para cuando cumplió tres ya contaba con decenas de historias breves que ahora nutren el primer libro de cuentos del novel escritor.
La imaginación de Marcelo Guzmán Tudela parece no tener límite. A sus tres años, este niño cruceño comenzó a sorprender a sus padres con narraciones de personajes y mundos inexistentes. Seis años después, sus historias fantásticas han dado vida al libro de cuentos breves Gatutez. Gatos terrestres y voladores, publicado por la editorial Kipus.
Marcelo —cuyo nombre artístico es Velo— tiene nueve años y vive actualmente en San Ignacio de Moxos (Beni). Comenzó a leer cuando tenía dos años. Doce meses después, sus progenitores se animaron a publicar una cartilla artesanal con algunos de los relatos del niño. Le siguieron otras dos cartillas.
“Al principio lo tomábamos como una simple ocurrencia y por eso no tomábamos nota de lo que nos contaba. Sin embargo, luego nos dimos cuenta de que los cuentos tenían un sentido claro”, explica Ismael Guzmán, padre del novel escritor.
Los progenitores de Marcelo comenzaron a transcribir en el papel las narraciones de su hijo y, posteriormente, optaron por comprarle una grabadora para que, cada vez que lo deseara, el niño capturara su creatividad.
“Un tigre terrible tenía mucha hambre y quiso ir a la luna a comérsela y entonces saltó desde el suelo hasta la punta de un árbol de tamarindo alto y de ahí dio otro salto y llegó a la luna y le comió un pedazo”, comienza el cuento breve titulado El tigre terrible.
En el libro —que se lanzó en la más reciente versión de la Feria del Libro de Santa Cruz— se presentan historias vinculadas al espacio cósmico que tienen como centro ‘El mundo del idioma de los lokotos’. Sus relatos transitan por planetas, estrellas y galaxias. Uno de los personajes principales de Gatutez es Watzquitzabent, “un conejo de Lima que corre como un perro y que llega a volar”, explica.
Texto: J.B. Foto: Miguel Carrasco. Fragmento de la nota publucada en Escape

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