A las 18.00 del 26 de septiembre de 1969, el teléfono de la familia Vargas no paraba de sonar: “¿Rolando fue en ese vuelo?”, preguntaban. “No, no viajé”, dice hoy el entonces ídolo stronguista, que a sus 29 años fue testigo de la muerte de sus compañeros, pero también tuvo el privilegio de ver renacer a la institución.
El más fuerte (The Strongest) está hoy de cumpleaños, el club decano de la Liga y el segundo más antiguo en Bolivia. Según Vargas, fue titánica la tarea de reconstrucción del club, y está seguro de que —con esa base— serán 200 y más años los que cumpla su Tigre querido.
“A veces siento que todos los 8 de abril son también como mi cumpleaños, porque sigo en este mundo con los colores amarillo y negro dentro mío, y porque Dios le ordenó al destino de que yo no fuera, que siguiera aquí para hablar de mi club”.
Este volante habilidoso que defendió la aurinegra durante 16 años considera que el club lleva en sus entrañas la mística de pelear en la vida. “Ser stronguista es nunca darse por vencido, eso aprendí con el club. Ahora, por ejemplo, estamos muy cortos de títulos y éxitos, antes continuamente festejábamos títulos, pero sé que volveremos a alegrarnos”.
Debutó y jugó durante seis años en Bolívar. “Todos mis hermanos estaban en Bolívar y yo siempre quise cambiar de equipo, me miraban como la ‘oveja negra’, pero siempre les dije que yo era stronguista y que quería jugar en mi club, y lo hice”.
Para la época, el pase de Vargas fue uno de los más comentados y caros, primero porque pasaba al clásico y ‘odiado’ rival, y luego, porque eso supuso un elevado monto de dinero, cerca de 25 mil bolivianos de entonces, desembolsados por Antonio Asbún Zogby.
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1977, el primer título de la Liga |
Se quedó solo. El Tigre viajó el lunes 22 de septiembre de 1969 a Santa Cruz para participar de los festejos departamentales, su vuelta estaba prevista para el viernes 26, pero el avión del LAB que lo traía de retorno se estrelló en Viloco y se llevó a todo el plantel atigrado, excepto a Rolando Vargas.
Ese día, Vargas recuerda que fue a atender el negocio familiar, pero no trabajó por los problemas políticos de entonces.
“Mi teléfono sonó una y otra vez preguntando por mí. Una tía mía escuchó por radio que el avión en el que estaba The Strongest había sido declarado en emergencia. Inmediatamente salí a la avenida Camacho y ya había gran cantidad de gente en oficinas del LAB esperando noticias, así fue como me enteré”. Después del inmenso dolor vino el renacer. “Todos los dirigentes a la cabeza de Rafael Mendoza, y todos los stronguistas en general pusimos el hombro esos días. Nadie se hizo a un lado ni mucho menos. Luego, para volver a formar el equipo, no sólo la directiva se preocupó y se reunió, sino que el respaldo llegó de varias instituciones de afuera para ayudar”.

El ex jugador y dirigente del club asegura que pese a la tragedia, casi nunca se perdió al interior de la entidad la mística para luchar en procura de que el equipo siga vigente y pueda recuperar fuerzas, pese a semejante dolor que sufrió. “La verdad que costó mucho volver a jugar, había la idea de dejar el fútbol, pero el cariño al club, y gracias a gente fuerte como Rafael Mendoza, seguimos adelante”.
* Rafael Sempértegui es periodista de MARCAS
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