jueves, octubre 17

LOS DESAPASIONADOS DEL PERIODISMO

Esta es una  época de desapasionados, ¿no creen? En todo, hasta en el deporte nacional: la protesta. Aburriiiidas ya son: "Fuerza, fuerza, fuerza; fuerza compañeros..." 

Saciar el apetito inmediato se ha impuesto en nuestros haceres. Hasta este mismo texto que leo en estos instantes es irresponsablemente desapasionado, pues ha nacido a partir de la prisa, ese desgraciado virus que tanto jode. 

Yo, personalmente, culpo a la televisión. Nuestras mentes habitan un set de televisión y nuestras realidades son las realidades que se construyen desde esa caja boba: todo fast, todo fugaz, todo banal, todo al estilo novela, ¿nove? 

Y esa falta de pasión se convierte en falta de rigor. Y ambas tocan hoy con mucha fuerza a uno de los oficios que nació a partir de la pasión: el periodismo y, obviamente, el periodismo cultural. 

Hoy habitamos el periodismo de la repetición, ese que se conforma con replicar tal cual las notas de prensa que llegan al escritorio. Notas de los centros culturales, notas del ministerio de Culturas, notas de los creadores. 
Somos un periodismo de oficina, un periodismo que no le interesa ensuciarse los zapatitos, como bien alerta el cronista Salcedo. 

Y es que: ¿qué flojera ser periodista cultural, no? Además de observar, indagar y describir como tareas básicas para toda área del periodismo, en el área cultural se requiere  hundirse en otros mares ajenos a las ciencias de la comunicación. Tenemos que ser un poco antropólogos y otro tanto de sociólogos. Y como si esto no fuera suficiente, debemos conocer al dedillo los infinitos universos del teatro, la literatura, la danza, las artes plásticas y, claro, los lenguajes siempre en constante transformación del arte contemporáneo.  

¿Qué flojera, no? Pero si ni siquiera hemos llegado a comprender a cabalidad la mitad de lo que implicaron las expresiones y las revoluciones artísticas y culturales de los siglos XVIII - XIX y XX. 
¿Quién podría soportar tragarse todo ese rollo? Si es que estamos tan apurados por transcribir lo último que ha llegado a nuestro escritorio para así llenar cuanto antes las pinches dos paginitas que el periódico cotidianamente destina a Cultura.

Se ha perdido la esencia del periodismo, ofrecer sustancia a los lectores, no ser simples reproductores de notas de prensa. Y, ojo, ni siquiera aquellos que ejercemos el periodismo cultural desde la web nos salvamos. Tenemos cultura en “tiempo real”, pero se nos ha olvidado que hay que correr también en las pistas de las pausas y de la indagación que son con las que podemos contribuir realmente al entendimiento y, por ende, difusión del mundo artístico-cultural.

El hecho noticioso por su naturaleza es “efímero”, pero no por ello debe dejar de ser sustancial, buscar la profundidad, la narración cuidada y la densidad informativa necesaria. La prisa con la que hacemos las secciones culturales hoy ha ido en detrimento de la calidad. 

¿Qué estamos informando sobre arte y qué sobre cultura?
El periodismo cultural tiene que ver no sólo con las manifestaciones artísticas o las bellas artes, Debe retratarnos como sociedad. 
Y esto implica una buena dosis de pasión. Pasión que nos lleve a desarrollar esa capacidad de asombro que permitirá, asimismo, asombrar al lector. Conocimiento, emoción, ganas de contarle a los lectores, deseo de profundizar en el tema con información de calidad y buena escritura.

¿Qué estamos informando hoy sobre arte y qué sobre cultura?
¿Nos tomamos la molestia siquiera de indagar que está sucediendo en el mundo a través de internet? ¿Dejamos alguna vez el escritorio para taconear las pocas galerías de arte que se alzan en la ciudad para descubrir que se muestra de nuevo? ¿Nos detenemos a ver a los artistas callejeros?
¿Nos interesa? 
Nos estamos dejando contagiar por los desapacionados. Estamos engrosando ese ejército que se siente cómodo sabiendo que a los jefes no les importa mucho si Cultura se publica o no. 
Y lo peor de todo es que lo estamos dejando vencer desde ese lugar privilegiado en el que nos ha tocado estar: desde los medios: los tradicionales y los digitales.

No sería bueno apagar la televisión que llevamos dentro, recuperar la tradición del reportero de a pie, ese que no se animaba a llegar a la Sala de Redacción si no tenía algo interesante que proponer al editor, ese  que no comenzaba a escribir ni una letra sin antes haberse hundido hasta el cuello con el tema que iba a escribir, ese, más desconfiado que gallo tuerto que desconfiaba de las notas de prensa. 

Vendría siendo hora de que, desde donde nos toque, nos apasionemos con el oficio una vez más.

* PONENCIA QUE COMPARTÍ EN LA MESA "ARTE Y COMUNICACIÓN", DEL SIART

No hay comentarios: