—Escribí el libro durante un periodo de cuatro a cinco años, en los cuales, a medida que se sucedía la evolución histórica, iba aclarando los hechos para que la opinión pública los conociera en su verdadera dimensión. Esperamos mucho tiempo para su presentación por diversas circunstancias o causas. Una de ellas a pedido del general Banzer, quien mandaba a diferentes intermediarios con el objetivo de evitar que la ciudadanía conozca la verdad de los hechos.
martes, agosto 31
LUIS GARCÍA MEZA PIDE PERDÓN POR SUS 'ERRORES'
—Escribí el libro durante un periodo de cuatro a cinco años, en los cuales, a medida que se sucedía la evolución histórica, iba aclarando los hechos para que la opinión pública los conociera en su verdadera dimensión. Esperamos mucho tiempo para su presentación por diversas circunstancias o causas. Una de ellas a pedido del general Banzer, quien mandaba a diferentes intermediarios con el objetivo de evitar que la ciudadanía conozca la verdad de los hechos.
jueves, agosto 26
La película más asquerosa de la historia

Para la crítica se trata de "una estupidez" según el Time Out de Nueva York o "una película única en su género" según Entertainment Weekley. Afamados críticos como Roger Ebert del Chicago Sun Times se negaron a calificar la película y en el Reino Unido se habla de lo más abyecto que ha salpicado las pantallas mientras se contextualiza con otros clásicos de la amoralidad fílmica como Saló o los 120 días de Sodoma de Pasolini o Freaks de Todd Browning. Aquí, Nacho Vigalondo se declara fan confeso de la película y destaca que "es difícil pensar en algo tan disparatado y horripilante. La película tiene muy caligrafía."
En declaraciones a la BBC, su realizador, antes realizador en el reality Gran Hermano de Holanda, anuncia una segunda parte que se rodará en el Reino Unido "con un ciempiés de doce personas", asegura que a pesar de las reacciones de asco en todo el mundo "en Japón se rieron durante toda la película", y que la película hay que leerla como una crítica a las atrocidades que los médicos nazis cometieron durante la Segunda Guerra Mundial. Para muchos será otro timo más concebido a base de titulares express. Sin embargo, para otros, ojo a la blogosfera, se trata de otro escalafón más en el género llamado torture porn que ha encumbrado grandes burradas como Hostel de Eli Roth, Martyrs de Pascal Laugier o Wolf Creek de Greg McLean. Sea como fuera, la película ya tiene el recorrido asegurado en el circuito de DVDs y, síntoma fama y poder en la postmodernidad,ya tiene videojuego online y ya hay remake porno previsto para octubre de 2010: The Human Sexipede. * Nota publicada en El País de Madrid
martes, agosto 24
Amor, lo confieso: te engaño con un par de reinas

Me seduce el aurea clandestina que emana de este juego y los seres que la habitan. Después de todo, a diferencia de otros países de la región, en Bolivia el poker es visto con mucho recelo, debido a la poca tradición en los juegos de cartas y la mala fama de los dueños de los casinos. Decir que uno es cultor de esta actividad es como presentarse como artista de rock ante el padre de tu novia.
Practico el poker hace un año, lo que me convierte en un simple amateur que está pagando su derecho de piso. Ser considerado un profesional requiere de años de práctica. Y una vez en ese Olimpo, el resto es una pipoca.
Me fascina, ante todo, como en una mesa de poker se resume una sociedad; en este caso, la boliviana. Allí está Sergio, el exitoso empresario que ostenta sus cadenas de oro y una billetera saludable y que se toma su tiempo para elaborar estrategias de juego que lo lleven a la cima. A su lado, Carlos, el dirigente estudiantil de tendencia trotskista que periódicamente organiza marchas en contra del capitalismo y que no teme pagar cualquier apuesta, aunque esto lo lleve a abandonar la mesa del torneo de forma rápida y violenta. A mi derecha se sienta Manuel, el político en ciernes que no deja pasar ninguna ocasión para blefear (mentir) sus juegos, por más malos que estos sean. Y casi siempre, hay que decir, sale victorioso. A su lado, Roxana, la viuda cincuentona que no encuentra mejor forma de gastar la pensión de su difunto que reiceando (apostando) cada vez que tiene un buen par de cartas en la mano. A ella, sin embargo, no le interesa ganar; tiene una urgencia mayor, matar su soledad. Y, claro, allí estoy yo, el que cuenta sus historias a través de notas periodísticas y que sueña con algún día salir de la pobreza ganado un torneo de poker en Las Vegas.
Pero las diferencias que acabo de mencionar se quedan afuera de las puertas del local. Aquí, en la mesa del torneo, los 10 jugadores están despojados de cualquier ventaja o desventaja social. No hay diferencias que valgan. Todos ingresamos con la misma cantidad de fichas y las mismas posibilidades de salir victoriosos o de salir derrotados. ¿Acaso no sería lindo que la vida sea así de sencilla? Lamentablemente no es así.
Pese a lo que se cree, el poker es un juego de estrategias; la suerte y el azar en las mesas de juego son demasiado pasajeros y escurridizos. Y como todo en la vida, aquí hay que pensar para ganar, dominar la mente de tu oponente para derrotarlo. En definitiva, no interesa mucho las cartas que tenga tu oponente, sino las que tú le hagas creer a él que tienes en tus manos.
Y, bueno, tanto hablar de poker ya me encendió al bichito. Los dejo, porque tengo una cita con un par de reinas (Q, Q).
miércoles, agosto 18
Pepe Murillo, ese hualaycho de la música

“50 años, ¡qué grave!”, masculla este paceño de corazón, cuyo destino musical fue sellado desde las oficinas de un banco. Y es que vivir del arte no se hallaba en los planes del joven Murillo. “Yo tenía otras aspiraciones entonces, quería ser gerente de alguna empresa. Y el mejor lugar para aprender eso era desde un banco”, dice.
Y así, sin importar que junto a sus amigos de barrio —Rolando Quiroga, Emilio Guachalla, Óscar Mondaca y Héctor Vásquez— hubiera llegado a tocar en radios y otros escenarios paceños, Murillo decidió cambiar la guitarra por los documentos contables del departamento de Cuentas Corrientes del Banco Mercantil. De allí saltó a las oficinas del Bank of America. Para entonces, Murillo realizaba presentaciones artísticas de forma esporádica, como invitado de la agrupación de su amigo de infancia, Carlos Palenque Avilés.

Sin embargo, todo cambió el día en el que su jefe le convocó a su oficina para informarle que “por su bien” lo despediría.
— Tienes que irte del banco.
— ¿Estoy fallando en algo?
— Sí, estás fallando en la proyección de tu vida. Tienes un gran futuro en la banca, como la pueden tener muchos. Pero, de mil personas, sólo una puede ser realmente un artista. Y tú eres una de ellas.
Las palabras de Leroy Martínez se mantienen vivas en la memoria de Murillo, como el día en el que dejó su oficina en el banco. Carlos Palenque siguió su ejemplo y abandonó su puesto en una entidad estatal. Nacía entonces una de las agrupaciones más importantes en la historia de la música nacional: Los Caminantes. Al proyecto se sumó Tito Peñarrieta, quien luego fue reemplazado por Percy Bellido.
Vestidos con el traje del ch’uta paceño, los músicos recorrieron escenarios nacionales e internacionales. Sus discos fueron editados en varios países. Canciones como La cueca del caminante, Lloré por ti y Sed de amor pronto se enmarcaron entre las más escuchadas en las radios.
lunes, agosto 9
La tía quiere matar

Primero intenté persuadirla por el lado del miedo. “Malitos suelen ser los instructores militares. Cuando no le atinas al blanco, con tolete suelen cascarte las nalgas”. No hubo respuesta. Entonces insistí: “Además, para qué quieres aprender a disparar, pues; ¿por ahí te llega a gustar? ¿Por ahí en asesina te conviertes?”. Nada; definitivamente, nada. Es más, ni me escuchaba. Sus ojos estaban hipnotizados por la Tv. En esa pantalla que mostraba a los uniformados mansitos, mansitos —como maestros de escuelita— enseñando a las flamantes reclutas de los movimientos sociales a enfocar el objetivo y aguzar la puntería. Una de las soldados de mediana edad se mostraba totalmente concentrada, con el ceño fruncido, embelesada en la mira del fusil.
Me puse a pensar en quién pensaría esta mujer a la hora de apretar el gatillo. Me acordé que en el cuartel, en los años 90, nos enseñaban a cargar cada bala en la cámara del arma poniéndole previamente el nombre de un objetivo deseado, tanto para los intereses de la patria como los personales. “¡Un chileno!”, “¡Un paraguayo!”, “¡Mi suegra!”. La trilogía se repetía una y otra vez en la voz de mando en el instante mismo de disparar. Esos eran entonces los objetivos. Pero, ¿qué nombre le habrá puesto esta mujer al destino de su bala? Quizás ni sabía leer, pero allí estaba, aprendiendo a matar hombres.
Sin quererlo, ahora yo estaba cautivado con las imágenes. De pronto se oyeron los tiros, de pronto la voz de un oficial respondiendo al cuestionamiento de la periodista. “El objetivo de esta instrucción a civiles es que en las comunidades campesinas puedan reaccionar y organizarse ante la eventualidad de un ataque armado a Bolivia”. ¿Ataque armado? ¿De quién? ¿Está Bolivia amenazada realmente? ¿Qué información nos ocultan? ¿Será capaz el novel ejército de movimientos sociales de detener una invasión extranjera con los vetustos fusiles FAL? ¿Cuál es la verdadera razón para entrenar militarmente a campesinos?
Una a una las preguntas se agolpan en mi cabeza, mientras de repente veo a mi tía apuntándome con un palo de escoba desde la puerta de la sala. “Cuándo llegará la instrucción a civiles a la ciudad, ¿no?; me quiero inscribir”, me dice. Luego remata: “¡piuf!”, ¡piuf!. Un aire frío se apodera de mi cuerpo, ¿acaso estoy muerto?
¡Help! Una diosa está a mi lado

A mi lado izquierdo, el oloroso chofer del trufi que aporrea una y otra vez mi rodilla, cada vez que cambia la velocidad en la caja de cambios. Mi lado izquierdo se siente invadido.
Y a mi derecha, una veinteañera que huele a primavera y cuyas pierna y brazo izquierdos me chocan, me golpean con el bamboleo del coche. Mi lado derecho quiere invadir.
Ella tiene suavecita la piel, eso me informa ese pedacito de brazo que la roza de rato en rato. Y parece que tiene… No, no, sí tiene amplias caderas y parecen querer fundirse a las mías cada vez que el trufi encara una pronunciada curva. Cierro los ojos e intento disfrutar de este momento a su lado y, al mismo tiempo, busco aislar de mi mente la molesta presencia del cuerpo del chofer. “Cosa rara la piel, el cuerpo”, me digo. Sólo bastaron pequeños contactos para desencadenar una reacción física y mental de imprevisible final.Y estas manos que no dejan de sudar. En sí, todo mi cuerpo parece haberse transformado en un ente líquido.
Curvas que van, curvas que vienen. No cabe duda que decenas de batallas de orden corporal se gestan a lo largo del día en el asiento delantero de un trufi.
En este caso, el cuerpo del quinto pasajero —o sea, el mío— busca a toda costa escapar del contacto con las regordetas extremidades del conductor, batalla, debo confesar, harto perdida.
Del otro lado, en cambio, ya se ha entablado un diálogo interesante entre los vellos del brazo mío con los de la veinteañera de olor primaveral. Se hablan, se tocan. “Por algo hay que comenzar”, me conforto.
De pronto llega el abrupto final. “¡Bajo en la esquina!”, le dice la muchacha al chofer. El trufi para, la diosa baja y mi cuerpo ya no suda, ahora llora.
lunes, agosto 2
LILIANA COLANZI RECALA EN EL RELATO

¿Se siente parte de la corriente de jóvenes escritores que busca alejarse de la ruta literaria trazada por los escritores del boom?

¿Cómo ve la escena literaria boliviana contemporánea?
Muy variada, vital, receptiva a las exploraciones formales y temáticas, más despojada de compromisos, trabas y tabúes. Existe, por fin, la conciencia de que no hay una forma única de escritura, de que el espacio está abierto para los autores realistas, fantásticos, de horror, de aventura, costumbristas… El hecho de que haya por lo menos cinco autores bolivianos publicando en el exterior (Giovanna Rivero, Rodrigo Hasbún, Edmundo Paz Soldán, Maximiliano Barrientos, Wilmer Urrelo) es un síntoma del gran momento por el que atraviesa la literatura boliviana.
El debate siempre es positivo, porque otorga visibilidad a ciertos temas de los que quizás no se hablaba antes. En el caso de la antología Conductas erráticas, generó una discusión sobre los alcances de la no-ficción y sobre si un escritor podía o debía inmiscuirse en el periodismo. Como ya lo he mencionado, considero que la literatura y el periodismo no son géneros antagónicos y que se alimentan mutuamente. El debate era necesario y Conductas erráticas puso por primera vez el tema de la no-ficción sobre la mesa.
¿Se está explotando el periodismo literario en Bolivia?
La recién nacida revista Pie Izquierdo es un ejemplo del esfuerzo que se está haciendo por otorgarle otra dimensión al periodismo boliviano. También sé que se está gestando una antología de crónicas periodísticas editada por Fernando Barrientos.
domingo, agosto 1
FABRI + FABRI

— “Eso sí que no lo sabía... Y cuántos años tenías entonces” —
— “Unos 14” —
Juan y Ángeles Fabbri dialogan en la sala de la Galería Alternativa (La Paz), mientras acomodan las obras que expondrán al público dentro de unas horas en la muestra Pintura. Lienzo-Lienzo. Él, el sobrino de 23 años que, inspirado en la obra de Ángeles, está determinado en encontrar un lenguaje pictórico propio. Ella, la tía de 53 años cuya firma ya está consagrada en la escena nacional. Ambos artistas; ambos tímidos, pero dueños de una paleta que derrocha intensidad.
—“Creo que fue tu abuela la culpable de que eligiéramos el arte. Le encantaba el cine. Como éramos ocho hermanos, decía que si no iba al cine se volvería loca. Y como era habladora, siempre llegaba y me contaba la historia de la película. Yo era pequeña y la escuchaba impresionada. Y creo que eso despertó mi imaginación” —
— “Pero, ¿qué te impulsó definitivamente al arte?”—
— “Pintaba desde niña. En colegio los profesores me reclamaban por los dibujos en los cuadernos. Pero yo quería ser monja. Lo chistoso es que cuando revisaron el test psicólogo me dijeron que no podía serlo. Decían que no era normal que una aspirante a monja hubiera elegido ir a una exposición antes que a visitar a un enfermo”—
Juan absorbe los recuerdos de su tía como una esponja, al igual que desde niño se empapó de su talento, como se puede evidenciar hoy en su trabajo. Se trata, en realidad, de un diálogo entre ambos a través del uso del color y de motivos recurrentes en sus piezas.
Claro, hay diferencias. Juan está enmarcado en la reflexión sobre la pintura, experimentando nuevos giros bajo el marco de lo contemporáneo. Es así, por ejemplo, que en sus más recientes trabajos optó por pintar sobre la tela cruda, dejando de lado el tradicional lienzo blanquecino preparado con yeso o con látex. O pintando en la parte posterior de la misma y exponiendo sólo aquello que caprichosamente se formó en la parte delantera de la tela.